Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-Esto es repugnante... Arrojarse al agua no vale la pena... No
pasará nada... Es tonto ir a la comisaría... Zamiotof no está allí.
¿Por qué...? Las comisarías están abiertas hasta las diez.
Se volvió de espaldas al pretil, se apoyó en él y lanzó una mirada
en todas direcciones.
«¡Bueno, vayamos!», se dijo. Y, dejando el puente, se dirigió a la
comisaría. Tenía la sensación de que su corazón estaba vacío, y
no quería reflexionar. Ya ni siquiera sentía angustia: un estado de
apatía había reemplazado a la exaltación con que había salido de
casa resuelto a terminar de una vez.
«Desde luego, esto es una solución -se decía, mientras avanzaba
lentamente por la calzada que bordeaba el canal-. Sí, terminaré
porque quiero terminar... Pero ¿es esto, realmente, una
solución...? El espacio justo para poner los pies... ¡Vaya un final!
Además, ¿se puede decir que esto sea un verdadero final...?
¿Debo contarlo todo o no...? ¡Demonio, qué rendido estoy! ¡Si
pudiese sentarme o echarme aquí mismo...! Pero ¡qué vergüenza
hacer una cosa así! ¡Se le ocurre a uno cada estupidez...!»
Para dirigirse a la comisaría tenía que avanzar derechamente y
doblar a la izquierda por la segunda travesía. Inmediatamente
encontraría lo que buscaba. Pero, al llegar a la primera esquina,
se detuvo, reflexionó un momento y se internó en la callejuela.
Luego recorrió dos calles más, sin rumbo fijo, con el deseo
inconsciente de ganar unos minutos. Iba con la mirada fija en el
suelo. De súbito experimentó la misma sensación que si alguien le
hubiera murmurado unas palabras al oído. Levantó la cabeza y
advirtió que estaba a la puerta de «aquella» casa, la casa a la que
no había vuelto desde «aquella» tarde.
Un deseo enigmático e irresistible se apoderó de él. Raskolnikof
cruzó la entrada y se creyó obligado a subir al cuarto piso del
primer cuerpo de edificio, situado a la derecha. La escalera era
estrecha, empinada y oscura. Raskolnikof se detenía en todos los
rellanos y miraba con curiosidad a su alrededor. Al llegar al
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 211