CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 207

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski inesperadamente todas sus ideas sobre cierto punto y fijado definitivamente su opinión. Ilia Petrovitch es un imbécil», se dijo. Apenas puso los pies en la calle, Raskolnikof se dio de manos a boca con Rasumikhine, que se disponía a entrar en el salón de té. Estaban a un paso de distancia el uno del otro, y aún no se habían visto. Cuando al fin se vieron, se miraron de pies a cabeza. Rasumikhine estaba estupefacto. Pero, de súbito, la ira, una ira ciega, brilló en sus ojos. -¿Conque estabas aquí? -vociferó-. ¡El hombre ha saltado de la cama y se ha escapado! ¡Y yo buscándote! ¡Hasta debajo del diván, hasta en el granero! He estado a punto de pegarle a Nastasia por culpa tuya... ¡Y miren ustedes de dónde sale...! Rodia, ¿qué quiere decir esto? Di la verdad. -Pues esto quiere decir que estoy harto de todos vosotros, que quiero estar solo -repuso con toda calma Raskolnikof. -¡Pero si apenas puedes tenerte en pie, tienes los labios blancos como la cal y ni fuerzas te quedan para respirar! ¡Estúpido! ¿Qué haces en el Palacio de Cristal? ¡Dímelo! -Déjame en paz -dijo Raskolnikof, tratando de pasar por el lado de su amigo. Esta tentativa enfureció a Rasumikhine, que apresó por un hombro a Raskolnikof. -¿Que te deje después de lo que has hecho? No sé cómo te atreves a decir una cosa así. ¿Sabes lo que voy a hacer? A cogerte debajo del brazo como un paquete, llevarte a casa y encerrarte. -Óyeme, Rasumikhine -empezó a decir Raskolnikof en voz baja y con perfecta calma-: ¿es que no te das cuenta de que tu protección me fastidia? ¿Qué interés tienes en sacrificarte por una persona a la que molestan tus sacrificios e incluso se burla de ellos? Dime: ¿por qué viniste a buscarme cuando me puse enfermo? ¡Pero si entonces la muerte habría sido una felicidad para mí! ¿No lo he demostrado ya claramente que tu ayuda es StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 206