Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
hablaba precipitadamente-. Pues resultará que dividiré mi capa en
dos mitades, daré una mitad a mi prójimo y los dos nos
quedaremos medio desnudos. Un proverbio ruso dice que el que
persigue varias liebres a la vez no caza ninguna. La ciencia me
ordena amar a mi propia persona más que a nada en el mundo,
ya que aquí abajo todo descansa en el interés personal. Si te
amas a ti mismo, harás buenos negocios y conservarás tu capa
entera. La economía política añade que cuanto más se elevan las
fortunas privadas en una sociedad o, dicho en otros términos, más
capas enteras se ven, más sólida es su base y mejor su
organización. Por lo tanto, trabajando para mí solo, trabajo, en
realidad, para todo el mundo, pues contribuyo a que mi prójimo
reciba algo más que la mitad de mi capa, y no por un acto de
generosidad individual y privada, sino a consecuencia del progreso
general. La idea no puede ser más sencilla. No creo que haga falta
mucha inteligencia para comprenderla. Sin embargo, ha
necesitado mucho tiempo para abrirse camino entre los sueños y
las quimeras que la ahogaban.
-Perdóneme -le interrumpió Rasumikhine-. Yo pertenezco a la
categoría de los imbéciles. Dejemos ese asunto. Mi intención al
dirigirle la palabra no era despertar su locuacidad. Tengo los oídos
tan llenos de toda esa palabrería que no ceso de escuchar desde
hace tres años, de todas esas trivialidades, de todos esos lugares
comunes, que me sonroja no sólo hablar de ello, sino también que
se hable delante de mi. Usted se ha apresurado a alardear ante
nosotros de sus teorías, y no se lo censuro. Yo sólo deseaba saber
quién es usted, pues en estos últimos tiempos se han introducido
en los negocios públicos tantos intrigantes, y esos desaprensivos
han ensuciado de tal modo cuanto ha pasado por sus manos, que
han formado a su alrededor un verdadero lodazal. Y no hablemos
más de este asunto.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 184