CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 184

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski aunque desde hace algún tiempo estemos plagados de bandidos. Pero actividad, ninguna en absoluto. -No estoy de acuerdo con usted -dijo Lujine, visiblemente encantado-. Cierto que algunos se entusiasman y cometen errores, pero debemos ser indulgentes con ellos. Esos arrebatos y esas faltas demuestran el ardor con que se lanzan al empeño, y también las dificultades, puramente materiales, verdad es, con que tropiezan. Los resultados son modestos, pero no debemos olvidar que los esfuerzos han empezado hace poco. Y no hablemos de los medios que han podido utilizar. A mi juicio, no obstante, se han obtenido ya ciertos resultados. Se han difundido ideas nuevas que son excelentes; obras desconocidas aún, pero de gran utilidad, sustituyen a las antiguas producciones de tipo romántico y sentimental. La literatura cobra un carácter de madurez. Prejuicios verdaderamente perjudiciales han caído en el ridículo, han muerto... En una palabra, hemos roto definitivamente con el pasado, y esto, a mi juicio, constituye un éxito. -Ha dado suelta a la lengua sólo para lucirse -gruñó inesperadamente Raskolnikof. -¿Cómo? -preguntó Lujine, que no había entendido. Pero Raskolnikof no le contestó. -Todo eso es exacto -se apresuró a decir Zosimof. -¿Verdad? --exclamó Piotr Petrovitch dirigiendo al doctor una mirada amable. Después se volvió hacia Rasumikhine con un gesto de triunfo y superioridad (sólo faltaba que le llamase «joven») y le dijo-: Convenga usted que todo se ha perfeccionado, o, si se prefiere llamarlo así, que todo ha progresado, por lo menos en los terrenos de las ciencias y la economía. -Eso es un lugar común. -No, no es un lugar común. Le voy a poner un ejemplo. Hasta ahora se nos ha dicho: «Ama a tu prójimo.» Pues bien, si pongo este precepto en práctica, ¿qué resultará? -Piotr Petrovitch StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 183