CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 158

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski se envolvió con la colcha que había sustituido a la vieja y destrozada manta, lanzó un débil suspiro y se sumió en un profundo y saludable sueño. Le despertó un ruido de pasos, abrió los ojos y vio a Rasumikhine, que acababa de abrir la puerta y se había detenido en el umbral, vacilante. Raskolnikof se levantó inmediatamente y se quedó mirándole con la expresión del que trata de recordar algo. Rasumikhine exclamó: -¡Ya veo que estás despierto...! Bueno, aquí me tienes... Y gritó, asomándose a la escalera: -¡Nastasia, sube el paquete! Luego añadió, dirigiéndose a Raskolnikof: -Te voy a presentar las cuentas. -¿Qué hora es? -preguntó el enfermo, paseando a su alrededor una mirada inquieta. -Has echado un buen sueño, amigo. Deben de ser las seis de la tarde. Has dormido más de seis horas. -¡Seis horas durmiendo, Señor...! -No hay ningún mal en ello. Por el contrario, el sueño es beneficioso. ¿Acaso tenías algún negocio urgente? ¿Una cita? Para eso siempre hay tiempo. Hace ya tres horas que estoy esperando que té despiertes. He pasado dos veces por aquí y seguías durmiendo. También he ido dos veces a casa de Zosimof. No estaba... Pero no importa: ya vendrá... Además, he tenido que hacer algunas cosillas. Hoy me he mudado de domicilio, Ilevándome a mi tío con todo lo demás..., pues has de saber que tengo a mi tío en casa. Bueno, ya hemos hablado bastante de cosas inútiles. Vamos a lo que interesa. Trae el paquete, Nastasia... ¿Y tú cómo estás, amigo mío? -Me siento perfectamente. Ya no estoy enfermo... Oye, Rasumikhine: ¿hace mucho tiempo que estás aquí? -Ya té he dicho que hace tres horas que estoy esperando que té despiertes. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 157