CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 151

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Es necesario que Pachenka nos envíe hoy mismo la frambuesa en dulce para prepararle un jarabe -dijo Rasumikhine volviendo a la mesa y reanudando su interrumpido almuerzo. -¿Pero de dónde sacará las frambuesas? -preguntó Nastasia, que mantenía un platillo sobre la palma de su mano, con todos los dedos abiertos, y vertía el té en su boca, gota a gota haciéndolo pasar por un terrón de azúcar que sujetaba con los labios. -Pues las sacará, sencillamente, de la frutería, mi querida Nastasia... No puedes figurarte, Rodia, las cosas que han pasado aquí durante tu enfermedad. Cuando saliste corriendo de mi casa como un ladrón, sin decirme dónde vivías, decidí buscarte hasta dar contigo, para vengarme. En seguida empecé las investigaciones. ¡Lo que corrí, lo que interrogué...! No me acordaba de tu dirección actual, o tal vez, y esto es lo más probable, nunca la supe. De tu antiguo domicilio, lo único que recordaba era que estaba en el edificio Kharlamof, en las Cinco Esquina