Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Todas estas preguntas tenían un sólido fundamento. Lo sabia
desde antes de hacérselas. La noche en que había resuelto tirarlo
todo al agua había tomado esta decisión sin vacilar, como si
hubiese sido imposible obrar de otro modo. Sí, sabía todas estas
cosas y recordaba hasta los menores detalles. Sabía que todo
había de ocurrir como estaba ocurriendo; lo sabía desde el
momento mismo en que había sacado los estuches del arca sobre
la cual estaba inclinado... Sí, lo sabía perfectamente.
«La causa de todo es que estoy muy enfermo -se dijo al fin
sombríamente-. Me torturo y me hiero a mí mismo. Soy incapaz
de dirigir mis actos. Ayer, anteayer y todos estos días no he hecho
más que martirizarme... Cuando esté curado, ya no me
atormentaré. Pero ¿y si no me curo nunca? ¡Señor, qué harto
estoy de toda esta historia...!»
Mientras así reflexionaba, proseguía su camino. Anhelaba librarse
de estas preocupaciones, pero no sabía cómo podría conseguirlo.
Una sensación nueva se apoderó de él con fuerza irresistible, y su
intensidad aumentaba por momentos. Era un desagrado casi
físico, un desagrado pertinaz, rencoroso, por todo lo que