CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 126

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski comprendo. Me exige que le pague en seguida. ¿Acaso puedo hacerlo? Juzguen ustedes mismos. -Todo eso no nos incumbe -volvió a decir el secretario. -Permítame, permítame. Estoy completamente de acuerdo con usted, pero permítame que les dé ciertas explicaciones. Raskolnikof seguía dirigiéndose al comisario y no al secretario. También procuraba atraerse la atención de Ilia Petrovitch, que, afectando una actitud desdeñosa, pretendía demostrarle que no le escuchaba, sino que estaba absorto en el examen de sus papeles. -Permítame explicarle que hace tres años, desde que llegué de mi provincia, soy huésped de esa señora, y que al principio..., no tengo por qué ocultarlo..., al principio le prometí casarme con su hija. Fue una promesa simplemente verbal. Yo no estaba enamorado, pero la muchacha no me disgustaba... Yo era entonces demasiado joven... Mi patrona me abrió un amplio crédito, y empecé a llevar una vida... No tenía la cabeza bien sentada. -Nadie le ha dicho que refiera esos detalles íntimos, señor -le interrumpió secamente Ilia Petrovitch, con una satisfacción mal disimulada-. Además, no tenemos tiempo para escucharlos. Para Raskolnikof fue muy difícil seguir hablando, pero lo hizo fogosamente. -Permítame, permítame explicar, sólo a grandes rasgos, cómo ha ocurrido todo esto, aunque esté de acuerdo con usted en que mis palabras son inútiles... Hace un año murió del tifus la muchacha y yo seguí hospedándome en casa de la señora Zarnitzine.- Y cuando mi patrona se trasladó a la casa donde ahora habita, me dijo amistosamente que tenía entera confianza en mí; pero que desearía que le firmase un pagaré de ciento quince rublos, cantidad que, según mis cálculos, le debía... Permítame... Ella me aseguró que, una vez en posesión del documento, seguiría concediéndome un crédito ilimitado y que jamás, jamás..., repito sus palabras..., pondría el pagaré en circulación. Y ahora que no StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 125