CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 125

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -No es para menos -replicó en tono indiferente Ilia Petrovitch llevándose sus papeles a otra mesa, con su característico balanceo de hombros-. Juzgue usted mismo. Ese señor escritor, mejor dicho, estudiante, es decir, antiguo estudiante, no paga sus deudas, firma pagarés y se niega a dejar la habitación que tiene alquilada. Por todo ello se le denuncia, y he aquí que este señor se molesta porque enciendo un cigarrillo en su presencia. ¡Él, que sólo comete villanías! Ahí lo tiene usted. Mírelo; mire qué aspecto tan respetable tiene. -La pobreza no es un vicio, mi buen amigo -respondió el comisario-. Todos sabemos que eres inflamable como la pólvora. Algo en su modo de ser te habrá ofendido y no has podido contenerte. Y usted tampoco -añadió dirigiéndose amablemente a Raskolnikof-. Pero usted no le conoce. Es un hombre excelente, créame, aunque explosivo como la pólvora. Sí, una verdadera pólvora: se enciende, se inflama, arde y todo pasa: entonces sólo queda un corazón de oro. En el regimiento le llamaban el «teniente Pólvora». -¡Ah, qué regimiento aquél! -exclamó Ilia Petrovitch, conmovido por los halagos de su jefe aunque seguía enojado. Raskolnikof experimentó de súbito el deseo de decir a todos algo desagradable. -Escúcheme, capitán -dijo con la mayor desenvoltura, dirigiéndose al comisario-. Póngase en mi lugar. Estoy dispuesto a presentarle mis excusas si en algo le he ofendido, pero hágase cargo: soy un estudiante enfermo y pobre, abrumado por la miseria -así lo dijo: «abrumado»-. Tuve que dejar la universidad, porque no podía atender a mis necesidades. Pero he de recibir dinero: me lo enviarán mi madre y mi hermana, que residen en el distrito de ... Entonces pagaré. Mi patrona es una buena mujer, pero está tan indignada al ver que he perdido los alumnos que tenía y que no le pago desde hace cuatro meses, que ni siquiera me da mi ración de comida. En cuanto a su reclamación, no la StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 124