Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
Durante un año entero acaricié a mi mujer...
Duran...te un año entero a...ca...ricié a mi mu...jer.
O:
En la Podiatcheskaia
me he vuelto a encontrar con mi antigua...
Comentario [L4]: Calle del centro de
San Petesburgo.
Pero nadie daba muestras de compartir su buen humor. Su
taciturno compañero observaba estas explosiones de alegría con
gesto desconfiado y casi hostil.
El tercer cliente tenía la apariencia de un funcionario retirado.
Estaba sentado aparte, ante un vaso que se llevaba de vez en
cuando a la boca, mientras lanzaba una mirada en torno de él.
También este hombre parecía presa de cierta agitación interna.
II
Raskolnikof no estaba acostumbrado al trato con la gente y,
como ya hemos dicho últimamente incluso huía de sus
semejantes. Pero ahora se sintió de pronto atraído hacia ellos. En
su ánimo acababa de producirse una especie de revolución.
Experimentaba la necesidad de ver seres humanos. Estaba tan
hastiado de las angustias y la sombría exaltación de aquel largo
mes que acababa de vivir en la más completa soledad, que sentía
la necesidad de tonificarse en otro mundo, cualquiera que fuese y
aunque sólo fuera por unos instantes. Por eso estaba a gusto en
aquella taberna, a pesar de la suciedad que en ella reinaba. El
tabernero estaba en otra dependencia, pero hacía frecuentes
apariciones en la sala. Cuando bajaba los escalones, eran sus
botas, sus elegantes botas bien lustradas y con anchas vueltas
rojas, lo que primero se veía. Llevaba una blusa y un chaleco de
satén negro lleno de mugre, e iba sin corbata. Su rostro parecía
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