Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
razonable, ella le habría podido ayudar... Mire, cojo un título del
cajón de mi mesa (como usted ve, me quedan bastantes todavía).
Hoy mismo lo convertiré en dinero. ¿Ya lo ha visto usted todo
bien? Tengo prisa. Cerremos el cajón. Ahora la puerta. Y de nuevo
estamos en la escalera. ¿Quiere usted que tomemos un coche? Ya
le he dicho que voy a las Islas. ¿No quiere usted dar una vuelta?
El simón nos llevará a la isla Elaguine. ¿Qué, no quiere? Vamos,
decídase. Yo creo que va a llover, pero ¿qué importa?
Levantaremos la capota.
Svidrigailof estaba ya en el coche. Raskolnikof se dijo que sus
sospechas eran por el momento poco fundadas. Sin responder
palabra, dio media vuelta y echó a andar en dirección a la plaza
del Mercado. Si hubiese vuelto la cabeza, aunque sólo hubiera
sido una vez, habría podido ver que Svidrigailof, después de haber
recorrido un centenar de metros en el coche, se apeaba y pagaba
al cochero. Pero el joven avanzaba mirando sólo hacia delante y
pronto dobló una esquina. La profunda aversión que Svidrigailof le
inspiraba le impulsaba a alejarse de él lo más de prisa posible. Se
decía: «¿Qué se puede esperar de este hombre vil y grosero, de
ese miserable depravado?» Sin embargo, esta opinión era un
tanto prematura y tal vez mal fundada. En la manera de ser de
Svidrigailof había algo que le daba cierta originalidad y lo envolvía
en un halo de misterio. En lo concerniente a su hermana,
Raskolnikof estaba seguro de que Svidrigailof no había renunciado
a ella. Pero todas estas ideas empezaron a resultarle demasiado
penosas para que se detuviera a analizarlas.
Al quedarse solo cayó, como siempre, en un profundo
ensimismamiento, y cuando llegó al puente se acodó en el pretil y
se quedó mirando fijamente el agua del canal. Sin embargo,
Avdotia Romanovna estaba cerca de él, observándole. Se habían
cruzado a la entrada del puente, pero él había pasado cerca de
ella sin verla. Dunetchka no le había visto jamás en la calle en
semejante estado y se sintió inquieta. Estuvo un momento
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 590