Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
corpiño debía ser más largo. Mira el resultado: esta niña es una
caricatura... ¿Otra vez llorando? Pero ¿qué os pasa, estúpidos?
Vamos, Kolia, empieza ya. ¡Anda! Animo. ¡Oh, qué criatura tan
insoportable!
»Cinq sous, cinq sous.
»¿Ahora un soldado? ¿A qué vienes?
Era un gendarme, que se había abierto paso entre la
muchedumbre. Pero, al mismo tiempo, se había acercado un
señor de unos cincuenta años y aspecto imponente, que llevaba
uniforme de funcionario y una condecoración pendiente de una
cinta que rodeaba su cuello (lo cual produjo gran satisfacción a
Catalina Ivanovna y causó cierta impresión al gendarme). El
caballero, sin desplegar los labios, entregó a la viuda un billete de
tres rublos, mientras su semblante reflejaba una compasión
sincera. Catalina Ivanovna aceptó el obsequio y se inclinó
ceremoniosamente.
-Muchas gracias, señor -dijo en un tono lleno de dignidad-. Las
razones que nos han impulsado a... Toma el dinero, Poletchka. Ya
ves que todavía hay en el mundo hombres generosos y
magnánimos prestos a socorrer a una dama de la nobleza caída
en el infortunio. Los huérfanos que ve ante usted, señor, son de
origen noble, e incluso puede decirse que están emparentados con
la más alta aristocracia... Ese miserable general estaba comiendo
perdices... Empezó a golpear el suelo con el pie, contrariado por
mi presencia, y yo le dije: «Excelencia, usted conocía a Simón
Zaharevitch. Proteja a sus huérfanos. El mismo día de su entierro,
su hija ha tenido que soportar las calumnias del más miserable de
los hombres...» ¿Todavía está aquí este soldado?
Y gritó, dirigiéndose al funcionario:
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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