Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski
-Protéjame, señor. ¿Por qué me acosa este soldado? Ya hemos
tenido que librarnos de uno en la calle de los Burgueses... ¿Qué
quieres de ml, imbécil?
-Está prohibido armar escándalo en la calle. Haga el favor de
comportarse con más corrección.
-¡Tú sí que eres incorrecto! Yo no hago sino lo que hacen los
músicos ambulantes. ¿Por qué te has de ensañar conmigo?
-Los músicos ambulantes necesitan un permiso. Usted no lo tiene
y provoca escándalos en la vía pública. ¿Dónde vive usted?
-¿Un permiso? -exclamó Catalina Ivanovna-. ¡He enterrado hoy a
mi marido! ¿Qué permiso puedo tener?
-Cálmese, señora -dijo el funcionario-. Venga, la acompañaré a
su casa. Usted no es persona para estar entre esta gente. Está
usted enferma...
-¡Señor, usted no conoce nuestra situación! -dijo Catalina
Ivanovna-. Tenemos que ir a la avenida Nevsky... ¡Sonia, Sonia...!
¿Dónde estás? ¿También tú lloras? Pero ¿qué os pasa a todos...?
Kolia Lena, ¿adónde vais? -exclamó, súbitamente aterrada-. ¡Qué
niños tan estúpidos! ¡Kolia, Lena! ¿Adónde vais?
Lo ocurrido era que los niños, ya asustados por la multitud que
los rodeaba y por las extravagancias de su madre, habían sentido
verdadero terror al ver acercarse al gendarme dispuesto a
detenerlos y habían huido a todo correr.
La infortunada Catalina Ivanovna se había lanzado en pos de
ellos, gimiendo y sollozando. Era desgarrador verla correr
jadeando y entre sollozos. Sonia y Poletchka salieron en su
persecución.
-¡Cógelos, Sonia! ¡Qué niños tan estúpidos e ingratos! ¡Detenlos,
Polia! Todo lo he hecho por vosotros.
En su carrera tropezó con un obstáculo y cayó.
-¡Se ha herido! ¡Está cubierta de sangre! ¡Dios mío!
Y mientras decía esto, Sonia se había inclinado sobre ella.
StudioCreativo ¡Puro Arte!
Página 527