CRIMEN Y CASTIGO - FIÓDOR DOSTOYEVSKI | Page 528

Crimen y Castigo - Fiódor Dostoyewski -Protéjame, señor. ¿Por qué me acosa este soldado? Ya hemos tenido que librarnos de uno en la calle de los Burgueses... ¿Qué quieres de ml, imbécil? -Está prohibido armar escándalo en la calle. Haga el favor de comportarse con más corrección. -¡Tú sí que eres incorrecto! Yo no hago sino lo que hacen los músicos ambulantes. ¿Por qué te has de ensañar conmigo? -Los músicos ambulantes necesitan un permiso. Usted no lo tiene y provoca escándalos en la vía pública. ¿Dónde vive usted? -¿Un permiso? -exclamó Catalina Ivanovna-. ¡He enterrado hoy a mi marido! ¿Qué permiso puedo tener? -Cálmese, señora -dijo el funcionario-. Venga, la acompañaré a su casa. Usted no es persona para estar entre esta gente. Está usted enferma... -¡Señor, usted no conoce nuestra situación! -dijo Catalina Ivanovna-. Tenemos que ir a la avenida Nevsky... ¡Sonia, Sonia...! ¿Dónde estás? ¿También tú lloras? Pero ¿qué os pasa a todos...? Kolia Lena, ¿adónde vais? -exclamó, súbitamente aterrada-. ¡Qué niños tan estúpidos! ¡Kolia, Lena! ¿Adónde vais? Lo ocurrido era que los niños, ya asustados por la multitud que los rodeaba y por las extravagancias de su madre, habían sentido verdadero terror al ver acercarse al gendarme dispuesto a detenerlos y habían huido a todo correr. La infortunada Catalina Ivanovna se había lanzado en pos de ellos, gimiendo y sollozando. Era desgarrador verla correr jadeando y entre sollozos. Sonia y Poletchka salieron en su persecución. -¡Cógelos, Sonia! ¡Qué niños tan estúpidos e ingratos! ¡Detenlos, Polia! Todo lo he hecho por vosotros. En su carrera tropezó con un obstáculo y cayó. -¡Se ha herido! ¡Está cubierta de sangre! ¡Dios mío! Y mientras decía esto, Sonia se había inclinado sobre ella. StudioCreativo ¡Puro Arte! Página 527