semejante a un capullo que empieza a abrirse. Hace una reverencia y se pone
tan encarnada como una peonía. Sin duda le habían enseñado la lección. No
conozco sus gustos en materia de caras de mujer, pero, a mi juicio, la mirada
infantil, la timidez, las lagrimitas de pudor de las jovencitas de dieciséis años
valen más que la belleza. Por añadidura, es bonita como una imagen. Tiene el
cabello claro y rizado como un corderito, una boquita de labios carnosos y
purpúreos... ¡Un amor! Total, que trabamos conocimiento, yo dije que asuntos
de familia me obligaban a apresurar la boda, y al día siguiente, es decir,
anteayer, nos prometimos. Desde entonces, apenas llego, la siento en mis
rodillas y ya no la dejo marcharse. Su cara enrojece como una aurora y yo no
ceso de besarla. Su madre la ha aleccionado, sin duda, diciéndole que soy su
futuro esposo y que lo que hago es normal. Conseguida esta comprensión, el
papel de novio es más agradable que el de marido. Esto es lo que se llama la
nature et la vérité. ¡Ja, ja! He hablado dos veces con ella. La muchachita está
muy lejos de