usted fuese el culpable o estuviese mezclado en este maldito asunto, ¿habría
dicho que conservaba plenamente la razón? Yo creo que, por el contrario,
usted habría afirmado, y se habría aferrado a su afirmación, que usted no se
daba cuenta de lo que hacía. ¿No tengo razón? Dígame, ¿no la tengo?
El tono de la pregunta dejaba entrever una celada. Raskolnikof se recostó en el
respaldo del sofá para apartarse de Porfirio, cuyo rostro se había acercado al
suyo, y le observó en silencio, con una mirada fija y llena de asombro.
Algo parecido puede decirse de la visita de Rasumikhine. Si usted fuese el
culpable, habría dicho que él había venido a mi casa por impulso propio y
habría ocultado que usted le había incitado a hacerlo. Sin embargo, usted ha
dicho que Rasumikhine vino a verme porque usted lo envió.
Raskolnikof se estremeció. El no había hecho afirmación semejante.
Sigue usted mintiendo dijo, esbozando una sonrisa de hastío y con voz lenta y
débil . Usted quiere demostrarme que lee en mi pensamiento, que puede
predecir todas mis respuestas añadió, dándose cuenta de que ya era incapaz
de medir sus palabras . Usted quiere asustarme; usted se está burlando de mí,
sencillamente.
Mientras decía esto no apartaba la vista del juez de instrucción. De súbito, un
terrible furor fulguró en sus ojos.
Está diciendo una mentira tras otra -exclamó . Usted sabe muy bien que la
mejor táctica que puede seguir un culpable es sujetarse a la verdad tanto como
sea posible..., declarar todo aquello que no pueda ocultarse. ¡No le creo a
usted!
¡Qué veleta es usted! dijo Porfirio con una risita mordaz . No hay medio de
entenderse con usted. Está dominado por una idea fija. ¿No me cree? Pues yo
creo que empieza usted a creerme. Con diez centímetros de fe me bastará
para conseguir que llegue al metro y me crea del todo. Porque le tengo
verdadero afecto y sólo deseo su bien.
Los labios de Raskolnikof empezaron a temblar.
Sí, le tengo verdadero afecto prosiguió Porfirio, apretando amistosamente el
brazo del joven , y no se lo volveré a repetir. Además, tenga en cuenta que su
familia ha venido a verle. Piense en ella. Usted debería hacer todo lo posible
para que su madre y su hermana se sintieran dichosas y, por el contrario, sólo
les causa inquietudes...
Eso no le importa. ¿Cómo se ha enterado usted de estas cosas? ¿Por qué me
vigila y qué interés tiene en que yo lo sepa?
Pero oiga usted, óigame, amigo mío: si sé todo esto es sólo por usted. Usted
no se da cuenta de que, cuando está nervioso, lo