Si la cosa continúa así, dentro de tres o cuatro días estará curado por completo
y habrá vuelto a su estado normal de un mes atrás..., o tal vez de dos o tres,
pues hace mucho tiempo que llevaba la enfermedad en incubación... ¿No es
así? Confiéselo. Y confiese también que tenía algún motivo para estar enfermo
añadió con una prudente sonrisa, como si temiera irritarlo.
Es posible respondió fríamente Raskolnikof.
Digo esto continuó Zosimof, cuya animación iba en aumento porque su
curación depende en gran parte de usted. Ahora que podemos hablar, desearía
hacerle comprender que es indispensable que expulse usted, por decirlo así,
las causas principales del mal. Sólo procediendo de este modo podrá usted
curarse; en el caso contrario, las cosas irán de mal en peor. Cuáles son esas
causas, lo ignoro; pero usted debe conocerlas. Usted es un hombre inteligente
y puede observarse a sí mismo. Me parece que el principio de su enfermedad
coincide con el término de sus actividades universitarias. Usted no es de los
que pueden vivir sin ocupación: usted necesita trabajar, tener un objetivo y
perseguirlo tenazmente.
Sí, sí; tiene usted razón. Volveré a inscribirme en la universidad cuanto antes y
entonces todo irá como sobre ruedas.
Zosimof, cuyos prudentes consejos obedecían al deseo de lucirse ante las
damas, quedó profundamente decepcionado cuando, terminado su discurso,
dirigió una mirada a su paciente y advirtió que su rostro expresaba una franca
burla. Pero esta decepción se desvaneció muy pronto: Pulqueria Alejandrovna
empezó a abrumar al doctor con sus expresiones de gratitud, especialmente
por su visita nocturna.
¿Cómo? ¿Ha ido a veros esta noche? exclamó Raskolnikof, visiblemente
agitado . Entonces, no habréis dormido, no habréis descansado después del
viaje...
Eso no, Rodia: sólo estuvimos levantadas hasta las dos. Cuando estamos en
casa, Dunia y yo no nos acostamos nunca más temprano.
Yo tampoco sé cómo darle las gracias dijo Raskolnikof a Zosimof, con
semblante sombrío y bajando la cabeza . Dejando aparte la cuestión de los
honorarios, y perdone que aluda a este punto, no sé a qué debo ese especial
interés que usted me demuestra. Francamente, no lo comprendo, y por eso...,
por eso su bondad me abruma. Ya ve que le hablo con toda sinceridad.
No se preocupe usted repuso Zosimof sonriendo afectuosamente . Imagínese
que es mi primer paciente. Los médicos que empiezan sienten por sus
primeros enfermos tanto afecto como si fuesen sus propios hijos. Algunos
incluso los adoran. Y yo no tengo todavía una clientela abundante.
Y no hablemos de ése dijo Raskolnikof, señalando a Rasumikhine . No ha
recibido de mí sino insultos y molestias, y...
¡Qué tonterías dices! exclamó Rasumikhine . Por lo visto, hoy te has
levantado sentimental.
Si hubiese sido más perspicaz, habría advertido que su amigo no estaba
sentimental, sino todo lo contrario. Avdotia Romanovna, en cambio, se dio
perfecta cuenta de ello. La joven observaba a su hermano con ávida atención.
De ti, mamá, no quiero ni siquiera hablar continuó
Raskolnikof en el tono del que recita una lección aprendida aquella mañana .
Hoy puedo darme cuenta de lo que debiste sufrir ayer durante tu espera en
esta habitación.
154