pública , seguiría siéndolo compartiendo mis lecciones aprendidas .
Las palabras que me había pedido mi hijo antes de mi cumpleaños y que le envié al momento , improvisadas , tal como me venían a la mente , se estaban convirtiendo en mi gran fuente de inspiración para escribir mis microrrelatos . No sabía para qué las quería cuando se las envié . Enseguida lo supe cuando me envió un enlace de Google explicando lo que es un haiku : un poema de tres líneas , como el que encabeza este relato . Su regalo para mi cumpleaños serían poemas breves , uno por cada una de mis palabras . Nunca pude imaginar que esos poemas y los libros que me habían regalado mi exalumna y mi hija , iban a activar , casi sin darme cuenta , el gran amor por la palabra escrita que me había cautivado desde pequeña . De niña devoraba todos los trozos de periódicos que llegaban a casa envolviendo las compras . Me encantaba desenroscar los conos de los cuartos de kilo de garbanzos , de lentejas , de pimentón , de azúcar . Todo se vendía en cuartos de kilo envuelto en papel blanco o marrón , que después protegían con papel de periódicos viejos . En cuanto mi madre ponía el contenido de aquellos conos en uno de sus frascos de cristal , me adueñaba de aquel tesoro de palabras escritas que leía una y otra vez , a veces en silencio , otras
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