Contemporânea Contemporânea #12 | Page 30

JOGOS OLÍMPICOS

30

Expresión de lo siempre igual que se actualiza como novedad en cada nuevo campeonato, los deportes de alto rendimiento son la estetización de los dispositivos de extracción de valor corporal. Los Juegos Olímpicos constituyen un espectáculo de este extractivismo del cuerpo en el que se intensifican los mecanismos de explotación de recursos corporales en forma ampliada, expandiendo permanentemente las fronteras productivas hacia esferas subjetivas no exploradas, produciendo ganancias que benefician especialmente a instituciones, organizaciones y empresas que patrocinan a quienes son fuente de valor, con la contrapartida de degradar las condiciones subjetivas y corporales de esos productores. Los mecanismos extractivos inducen a la precarización del pensamiento y de la experiencia. Operativizados mediante grandes inversiones de capital, producen, por un lado, un desplazamiento o supresión de prácticas y relaciones con el cuerpo que no pueden ser asimiladas a las dinámicas deportivas, competitivas y productivas. Por otro lado, son promotores de una creciente mercantilización y deportivización de las prácticas corporales de las que sí es posible extraer valor (por ejemplo, incorporando nuevos deportes olímpicos a cada edición de los Juegos), estructurando los espacios públicos hacia estos cometidos y reduciendo la relación con el cuerpo a parámetros de rendimiento y productividad medibles y comparables.

La violencia es un factor común del extractivismo, tanto sobre la naturaleza y las poblaciones implicadas en la adquisición de productos mineros, petroleros o agrícolas, como sobre los cuerpos, constantemente sometidos a mecanismos de maximización del rendimiento y adaptación a nuevas cargas. Maquinaria, productos químicos y tecnología son los brazos técnicos comunes a estas relaciones extractivas que movilizan crecientes flujos de capital y operan de forma degradante sobre sus fuentes de valor.

Las formas de vida naturalizadas por el rendimiento deportivo se han incorporado a la trama vital e integran el paisaje subjetivo que organiza las maneras en que percibimos, interpretamos y comprendemos el cuerpo. El deporte de alto rendimiento ha sido solidario con un realismo corporal que nos impide pensar alternativas a la forma en que nos relacionamos con los otros y con nosotros mismos. El potencial fascinante de los Juegos Olímpicos y su retórica sacrificial tal vez puedan ser la ocasión, no solo de dotar de valor estético a este extractivismo corporal que esquematiza nuestras vidas, sino también de recuperar el pensamiento crítico y preguntarnos cuánto vale un cuerpo, exigiendo respuestas que prescindan del sentido económico para avanzar en uno ético y político.

Cecilia Seré

Profesora Adjunta del Instituto Superior de Educación Física y Asistente del Centro de Estudios Interdisciplinarios Latinoamericanos - Universidad de la República (Uruguay). Doctora en Ciencias Humanas por la Universidad Federal de Santa Catarina (Programa de Pós-graduação Interdisciplinar em Ciências Humanas).