Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 443

supuesto los imprescindibles y enriquecedores aportes de ustedes, que siempre permiten una vuelta de rosca a lo trabajado por cada una( Ana García).
Ellos, los participantes, y nosotras, las talleristas, aceptamos cada año la invitación a esta fiesta en la que el arte sucede, en la que, para Gadamer( 1998), interrumpimos la cotidianidad de nuestras vidas. Ellos quiebran sus rutinas en distintos ámbitos de la sociedad y nosotras el hábito del espacio / tiempo áulico de la Universidad, y nos conformamos‘ comunidad’ como en aquellas remotas épocas que nos recuerda el filósofo de Verdad y método, en las que los hombres se reunían para celebrar todos juntos fuera del calendario de la solitaria labor de cada día. Y, si bien nos ubicamos fuera del tiempo del reloj, en el reino de la discontinuidad, " es también característico de la fiesta que por su propia cualidad de tal ofrece tiempo, lo detiene, nos invita a demorarnos. Esto es la celebración. En ella, por así decirlo, se paraliza el carácter calculador con el que normalmente dispone uno de su tiempo "( 106). Fiesta en la que todos jugamos con el otro, en la que acordamos las mismas reglas, igualando nuestros roles, confraternizando nuestras ideas, demorándonos y poniendo en el centro a la literatura. Entramos a las 18hs y a las 21hs sentimos que la Biblioteca ha sido el museo del cual " no se sale(…) con el mismo sentimiento vital con el que se entró ", sino que salimos transformados y " el mundo se habrá vuelto más leve y luminoso "( 74), si hemos tenido realmente la experiencia del arte. Este puente, construido durante estos diez años en la ciudad de La Rioja, ha permitido generar un acontecimiento en el que el arte de distintos tiempos, las críticas de literatura desde distintas perspectivas, los diferentes propósitos y competencias lectoras, se convocan en forma simultánea a la conciencia. Puente en el que, encuentro a encuentro, cada integrante del Taller de la Marcelino se compromete a aprender, a deletrear cada obra literaria, luego a leerla, para sólo entonces empezar a hablar. Y, en particular, cada una de nosotras, como talleristas, hemos podido desarrollar una alternativa de gestión cultural en una ciudad del interior de este país que nos abarca, a la vez que nos autoperfeccionamos como docentes, experimentando nuevas modalidades de lectura, sin la necesidad de cumplir con una planificación ni con los tiempos establecidos desde un cronograma oficial. Al mismo tiempo, la libertad en la elección de las temáticas desarrolladas amplía nuestra enciclopedia literaria y nos permite recorrer caminos alejados del canon educativo de cada uno de los niveles en los que nos desempeñamos. Y parafraseando a Gadamer, nos cabe, a coordinadoras y a participantes, el orgullo de intentar, mes a mes, aprender a construir " una comunidad de comunicación "( p. 116) en la
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