Recuperamos a continuación un fragmento que evidencia las representaciones acerca de la escritura que el ensayo permitió relevar:
(…) la revalorización del borrador como instancia previa necesaria para mejorar el resultado final de la escritura. Pero no recomendaba la elaboración de un único texto provisorio, sino que, si era posible, debía estar precedido por múltiples borradores, múltiples procesos de revisión llevados a cabo por el propio alumno, por su grupo de pares y por su profesor, en un diálogo de ida y vuelta que siempre resulta constructivo. Nos enseñó, además, que la escritura es, por sobre todas las cosas, un proceso recursivo, y que no se manifiesta en un único sentido sino que se despliega en una multiplicidad de direcciones. Retroceder nos permite pensar mejor la redacción y, en buena medida, desautomatizar su práctica.
Donde se intenta cerrar el cierre 252
No se trata de que no haya errores de lenguaje sino de que no nos avergoncemos de ellos( Witold Gombrowicz)
Es superfluo amonestar a quien se haga ilusiones con respecto a la inocencia o la espontaneidad de esta forma de lectura: ese sujeto del ensayo se funda cada vez en un lugar distinto del entrecruzamiento múltiple pero limitado de lecturas y escrituras: de lecturas y escrituras no solo“ autorales” sino históricas, sociales, culturales: como en las célebres“ series” de los formalistas rusos, en cuya formalización, por fortuna, ellos fracasaron exitosamente. Fundación de la cual se podría hacer casi una receta, ya que cada quien escribe según lo que lee: basta averiguar lo que alguien lee( y no lo que cree leer) para tener una idea muy aproximada de lo que escribe( Grüner, 30).
Sin intentar formular una“ receta”, enumeramos algunas observaciones de los alumnos acerca de las experiencias de escribir ensayos en el espacio del Taller. En tal sentido, creemos que estas consideraciones, surgidas a partir de la lectura de un prólogo
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Título tomado de Taller de escritura, Pampillo y Alvarado. Ver en bibliografía.
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