Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 106
nunca dejan de formar parte de la trama. Es decir, operan tanto en el nivel literal de la
historia como en profundidad.
El geranio en el cuento de F. O´Connor del mismo nombre, está en una maceta
y Dudley espera todos los dìas que el vecino la coloque en su ventana. Cuando la panta
cae al patio, lo que queda al descubierto no son solo las raíces del geranio sino también
el dolor por el desarraigo que sufre Dudely trasplantado de su hogar a la casa de su hija
en Nueva York. El geranio se vuelve simbólico pero es antes todo un geranio que
cumplió una función en la trama. Del mismo modo funciona el sombrero en Hombres y
Mujeres de Keegan. Cuando en la escena final la madre, que siempre había sido
sometida por el padre, por primera vez toma el volante y avanza con el auto y deja atrás
a su marido en la nieve es descripto a través de la mirada de la hija:
Llega, saca el cable del portón en el momento en que una ráfaga de viento le vuela
el sombrero. Los portones se abren. Se agacha para recoger el sombrero, pero el
viento se lo pone fuera de su alcance. Pienso en Santa Claus, usando el mismo
papel de envolver que nosotros y, de pronto, entiendo. Hay obviamente, una única
explicación. Mi padre se hace cada vez más pequeño.(…)La nieve cae sobre él,
sobre su cabeza clava, mientras se queda ahí, sujetando con fuerza el sombrero
(Keegan, 2009 :43)
El sombrero refuerza el valor de la epifanìa: la escena adquiere para la hija carácter
de revelación. El padre empequeñece bajo su mirada y deja de ser el hombre imponente
que la obligaba a abrir los portones. La visión es reconocimiento y pérdida de
inocencia.
¿ Qué vuelve epifànica una escena?
Volvamos a Joyce. La palabra epifanìa fue usada por los críticos para describir la
suerte de revelaciones que ocurren en las escenas finales de los relatos Los dublinenses
(1914) de Joyce, tal como la reconocemos en el cuento Los muertos, por ejemplo,
cuando Gabriel Conroy mira a través de la ventana y ve como la nieve inunda y
paraliza la ciudad, cubre a los vivos y a los muertos. El personaje tiene entonces la
experiencia de una epifanía , una comprensión profunda sobre la mediocridad de la
existencia y la universalidad e inevitabilidad de la muerte. La nieve entonces no hace
más que enfatizar lo que fue representado previamente a través de las escenas previas–
el baile, la pasión por su mujer, el relato de ella acerca del enamorado muerto en la
nieve-, que él vivió, recuerda e imagina.
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