porque la única manera de capturar una epifanía es mostrarla. No es que no puedan comunicarse: el arte se constituye en el intento de hacerlo por medio de palabras o imágenes, pero es casi imposible interpretar sin sustraerles sustancia estética. Las frases breves, precisas, las trasmiten mejor que toda una retórica verbal. Lo que puede comunicarse de un objeto memorable o vulgar es solo su materialidad, el objeto es más que lo que muestran los sentidos.
Es interesante detenernos en la disertación del personaje, o de Joyce, sobre el concepto porque aparecen allí aspectos fundamentales para le escritura en los que solemos hacer mucho hincapié: el entramado de relaciones perfectas; la tarea de recolectar momentos epifànicos; la necesidad de mostrar la epifanìa en lugar de explicar o interpretarla; la fuerza del objeto por fuera de lo comunicable. Veamos cada uno de ellos.
El entramado de relaciones perfectas al que se refiere Joyce bien puede asimilarse al universo textual como totalidad configurante: todo elemento en un cuento debe encontrar en ese universo su funcionalidad, coherencia y significado. De allì que sea fundamental relacionar los hechos – en términos de Paul Ricoeur _ en una totalidad inteligible, no encadenar los episodios al azar sino tender a hacer necesarios y verosímiles los incidentes discordantes.
Al igual que Stephen, solemos recomendar a los estudiantes que capturen y recolecten las epifanías de la vida cotidiana: aquellos hechos fugaces pero intensos en los que se nos revela algo, en los que comprendemos o descubrimos algo difícil de expresar. Cuando una estudiante contó en la clase que había presenciado un asalto – un policía redujo al malhechor que cayó a la vereda a los pies de ella –, enfatizò el momento epifànico en el que la mirada de él y la de ella se encontraron:“ Todo lo que me dijo èl en esa mirada. Esa mirada, le dije entonces, ese instante fugaz puede ser germen de un relato de ficción.
La epifanía, dice Stephen, es casi imposible de comunicar, porque es casi imposible interpretarla sin sustraerle sustancia estética. Mostrar y no decir, como sostiene la escritora Flannery O`Connor, es nuestro slogan programático. Aconsejamos a los estudiantes privilegiar la escena sobre el resumen o la pausa, representar los hechos y evita la evaluación, explicación del narrador. El escritor de ficción, tal como recomienda O ´ Connor, debe declarar tan poco como sea posible.
Desde esa perspectiva atendemos también a los objetos que, como catalizadores del sentido, aparecen en los cuentos. Podríamos decir que se vuelven simbólicos pero
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