Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 104

De allí que los llame “marcos mágicos de la ficción” que miran “hacia el infinito”. Esa brusca iluminación tiene muchas veces carácter de epifanìa. La epifanìa Los británicos suelen usar la expresión: "I just had an epiphany " (Acabo de tener una epifanía) para describir un instante súbito y fugaz en el que uno llega a la comprensión profunda de algo. La palabra “ epifanía” proviene del griego "epiphaneia" ( del verbo ἐπιφαινεῖν, que es un compuesto de ἐπί- ,por encima, y el verbo φαινεῖν ,aparecer, verse o mostrarse) y significa aparición, manifestación o fenómeno. Epifanìa designaba, antes del Cristianismo, las apariciones de los dioses, la manifestación o una revelación divina. Más tarde, aludió a la fiesta del 6 de enero, fecha en que Cristo se manifestó a los Gentiles (en la persona de los Reyes Magos) y su divinidad fue revelada al mundo en presencia humana. James Joyce, educado en ideas religiosas, es el que lleva el concepto religioso a la literatura. Desarrolla una teoría de la epifanía al final de Stephen Hero, obra temprana escrita en 1904 , que fue publicada trece años después de la muerte de Joyce, en la que el protagonista (Stephen) le cuenta a su amigo en qué consiste la belleza estética. En esos fragmentos , que Joyce retoma en A Portrait of the Artist as a Young Man ( escrito de 1907 a 1014), aparece la única definición que brinda sobre el concepto de epifanìa: «una manifestación espiritual repentina, ya sea en la vulgaridad del habla, de un gesto o en una fase memorable de la propia mente». Es decir, es una revelación de una realidad interna o un misterio que ocurre de manera imprevista en la existencia cotidiana. Esa experiencia que trasciende lo percibido, en la que un detalle trivial se vuelve símbolo prodigioso, porque las epifanías se encarnan en los momentos más ordinarios e insignificantes, es acompañada por un sentimiento de júbilo o tristeza tal como ocurre en la experiencia mística. En un primer momento, señala Stephen, reconocemos que el objeto es una cosa separada del resto del universo, luego lo aprehendemos como estructura que puede ser analizada en partes, y finalmente se nos revela como un entramado de relaciones perfectas. Es en ese momento en que adquiere un brillo que lo transforma en un episodio epifánico, en una repentina manifestación espiritual. El artista, afirma Stephen, debe capturar y recolectar las epifanías como raras aves de la realidad, sin explicarlas. Toda explicación, interpretación le quitaría fuerza epifánica al momento representado 869