Lo hace luciendo un par de aros en forma de perlas que Vermeer sustrajo del cofre de su esposa. Cuando esta se entera, despide a Griet. En la última escena de la película, una de las criadas de Vermeer va a visitar a Griet y, sin decir palabra, le entrega un paquete. En el no hay carta ni dinero, solo están los aros en formas de perlas que ella usó cuando posó para él.
La película no podía terminar de otra manera. No porque el cuadro y la película lleven el nombre de La joven de la perla sino porque las perlas sintetizan varios significados: la sensualidad de Griet, el erotismo que une al pintor con su modelo, la diferencia de clases entre ambas mujeres, el juego de brillo y luz que busca Vermeer en su pintura. Que él le envíe las perlas equivale a expresarle a Griet que ella es màs digna de usarlas que su propia esposa y que ella ya no es la criada sino“ la joven de las perlas”. El regalo no requiere una esquela de Vemeer, ningún texto que explicite lo que ellas por si mismas dicen y que Griet sabe leer y comprender sin necesidad de mensaje escrito alguno. Podríamos decir que las perlas hablan por sí mismas, que no existan palabras que traduzcan el vínculo erótico, apenas sugerido, entre el pintor y modelo, que la sensibilidad que los une hacia la belleza, la luz, la representación y el arte es de materia inefable y trasciende las palabras. Las perlas son todo eso, sì, pero también y, sobre todo, forman parte de una escena que posee gran fuerza dramática. Una escena que se abre como instante epifànico para Griet y como incidente iluminador a través del que el espectador __ como todo lector de un relato de ficción __ descubre el significado, como señala Edith Wharton, que subyace a la situación. Puede hacerlo porque los hechos previos le han conferido a lo largo de la trama valor simbólico. De allí que sea posible afirmar que las perlas arrastran significados y evocan el sentido del relato. ¿ A qué llamamos el sentido de un relato de ficción? Cuando Edith Wharton dice que algunas escenas arrojan“ una luz que llega mucho más allá que la peripecia que narran“ y que en la conclusión de la novela, el incidente iluminador solo tiene que lanzar su rayo desde atrás” pero“ lo suficientemente largo como para unirse al que se proyecta desde la primer página”( Wharton, 2011:100), concibe el sentido como ese juego o haz de luces que subyacen a una trama y que siempre va mucho más allá de la mera peripecia, cuando quiebra sus propios límites para iluminar algo que va mucho más allá de la pequeña y a veces miserable anécdota que cuenta.
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