Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 756

constituyen los tres sentidos de representación interna más empleados. Vemos, oímos, tocamos y sentimos constantemente aunque sea de forma inconsciente. Desde los aportes de la Programación Neurolingüística (PNL), el canal auditivo es útil para ubicar la sílaba tónica y acentuarla correctamente, pero puede confundirnos si lo utilizamos para escribir con la letra correcta una palabra. Quienes tienen buena orto- grafía visualizan las palabras mientras las deletrean para comprobar si están correcta- mente escritas, al dudar sobre la escritura de un término, lo buscan en su mente y visua- lizan todas las letras que lo conforman. Las personas con canal “visual” predominante tienen pocas faltas de ortografía, ya que cuando ven una palabra "le hacen la fotografía" y "la recuperan" en el momento en que la necesitan. Por el contrario, quienes poseen problemas ortográficos, a la hora de escribir, no recurren a la representación escrita de los vocablos. Aquellos que tienen predominio au- ditivo, generalmente, repiten en su interior la palabra para escucharla "ver cómo suena". Pero, en español, no hay diferencia entre el sonido de las letras “s”, “z” o “c” (ce - ci) y, por lo tanto, dudan de la grafía de la palabra. Los que tienen como sistema representati- vo predominante el kinestésico, suelen generar una sensación sobre la palabra relaciona- da con sentimientos. Finalmente, quienes poseen como canal predominante el visual y escriben las palabras incorrectamente, en lugar de visualizar su escritura, visualizan lo que esta representa. Por ejemplo. Si deben escribir zorro, visualizan el animal. Esta vi- sualización no les proporciona la correcta escritura de “zorro”. Si bien la escritura es una representación visual del lenguaje, para la escritura co- rrecta de palabras es importante tener, también, en cuenta el componente kinestésico en el aprendizaje ortográfico, porque la única manera de convertir una estrategia en hábito es la presencia de un ancla que produzca el sentimiento de que está bien escrita. Daniel Gabarró Berbegal (2010; 9) señala que la escritura correcta puede transcri- birse como fórmula matemática, del siguiente modo: 756