En consonancia con Cerrillo, Ítalo Calvino sostiene que“ los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual”( Calvino, 1993:2). Considera que la escuela debe hacer conocer bien o mal cierto número de clásicos entre los cuales los estudiantes podrán reconocer, más adelante“ sus” clásicos. Agrega también que“ el máximo’ rendimiento‘ de la lectura de los clásicos lo obtiene quien sabe alternarla con una sabia dosificación de la lectura de actualidad. Sin dudas, en este punto, Calvino está pensando en un lector adulto y autónomo capaz de alternar y dosificar la lectura entre clásicos y actualidad. Cabe preguntarnos a esta altura de nuestro trabajo qué dosis de lectura de actualidad tenemos que dar y qué es lectura de actualidad apta para estudiantes del primer ciclo de la enseñanza media pertenecientes a sectores desfavorecidos.
En la escuela esa selección es efectuada por el profesor y aquí estaría el desafío de encontrar los criterios de alternancia y dosificación adecuadas para el aula.
En contraposición con la idea de la“ literatura de calidad”, Miguel Dalmaroni sostiene que“ todos podemos probar leer lo que sea, como se prueban manjares o, mejor, encuentros amatorios”( 2011: 5). Cabe preguntarnos aquí, ¿ qué pasa en la escuela, particularmente en los primeros años de secundaria, o más específicamente en el horario nocturno, cuando damos a“ probar” algo que no resulta ni un manjar ni un encuentro amatorio, sino todo lo contrario? Es importante tener en cuenta el relativamente escaso tiempo que puede destinarse a la lectura literaria en clase y que una serie de elecciones fallidas pueden conducir a los alumnos al abandono de la lectura o de la búsqueda de obras literarias por fuera de la escuela.
Dalmaroni ve al canon como un dispositivo político de reproducción de las sujeciones y propone adoptar un enfoque menos plano y menos fatalista según el cual“ literatura” no designa solamente un acervo, un patrimonio o un tipo de escritos ya valorados, sino“ un tipo raro pero frecuente de energía humana que interviene la materia verbal de los intercambios y la trastorna”( Dalmaroni, 2011: 7).
Advierte también“ el descomunal movimiento re‐colonizador y agobiante que el negocio editorial viene haciendo sobre los docentes y sobre la escuela”( 2011:3)
Estas situaciones nos representan un desafío al momento de la elaboración de un corpus de textos literario y de lecturas.
Por su parte, Moro, citando a Lluch Crespo( 2005) trae la noción de“ paraliteratura”, la cual se caracteriza por utilizar un lenguaje simple y repetitivo, en el que el discurso
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