Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | страница 409
alumno pueda seleccionar una temática problemática de la cual tiene algo para decir para
luego leer bibliografía filosófica 105 para afianzar con sustento teórico su postura. Pero para
que esto suceda se requiere de oportunidades para el adolescente o joven, oportunidades
que muchas veces están ausentes en una clase de lengua. Entonces esta situación de falta
de oportunidad para el decir de quienes se están (con) formando se tornaría en amenazante
para la construcción de subjetividades que tiendan a la constitución de sujetos de libertad y
derecho. La libertad cuando no hay oportunidades, es un regalo envenenado; y negarse a
proporcionar estas oportunidades es un acto criminal (Chomsky, 2003:159). A lo que aquí
se apunta es a que el docente desde los lugares y espacios que le tocan debe brindar opor-
tunidades para que el alumno sostenga su decir en diversas esferas de la vida. Una mirada
crítica que sería útil de reflexionar sería pensar que algunos profesores no asumen siempre
con la seriedad necesaria muchas de las tareas y trabajos que se les pide a los estudiantes.
Un ejemplo empírico de ello sería el de dar consignas que aún hoy mantienen la confusión
entre las categorías de géneros discursivos y tipología textual. En esta misma línea quizás
algunos docentes tampoco tienen claridad para hacer ensayos y mucho menos para ense-
ñarlo y entrenar a los estudiantes en la formulación de tesis 106 , en tomar posición frente a
algo para formularla, y para sustentarla con diversos recursos o argumentos. Lo más grave
de una situación como ésta, es que el estudiante queda convencido, en este caso, de que
sabe hacer ensayos, de que una disertación sobre un tema X es un ensayo, de que con sólo
consultarlo y escribirlo a modo de relato ya tiene el ensayo de su vida. En ese momento,
el alumno termina en una de dos posiciones: desaprendiendo para aprender con entusias-
mo una nueva forma de hacer las cosas, o “vacunado” contra los ensayos, rechazando has-
ta el sólo nombre de ensayo, o mostrando aversión a un supuesto nuevo y exigente profe-
sor (Alzate Yepes, 2001).
Es necesario de precisar también ciertas confusiones que la palabra ensayo generó
en el ámbito escolar. El término ensayo en buena medida, ha terminado por convertirse en
una denominación confusa que los profesores suelen utilizar para solicitar a sus alumnos
cierta forma de trabajo académico. La confusión conceptual que rodea el ensayo, por
ejemplo, la originan en buena medida quienes emplean esta palabra para intentar mejorar
la apariencia de sus análisis, sus opiniones o sus comentarios (Vélez, 1999). Y es que
otorgar el nombre de ensayo a cualquier clase de escrito entraña no sólo una inexactitud
formal, sino un indicio preocupante de que el saber ha caído en un relativismo conceptual.
105 En este sentido se propone y vislumbra la interdisciplinariedad entre Lengua, Literatura y Filosofía.
106 En este trabajo se distingue ceñidamente la diferenciación entre tesis, hipótesis y opinión.
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