Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 247

“El primer ciclo tiene la responsabilidad de formar lectores, escritores y ha- blantes competentes, autónomos y críticos” (DC CABA, 2004: 359). Pero de todas las consecuencias que podrían derivarse de nuestro planteo an- terior, surge una preocupación en torno de las posibilidades de realización del traba- jo docente que estarían presuponiendo las prescripciones curriculares en el ámbito de la CABA. Nos preguntamos por los efectos que, para el trabajo que lleva adelante un maestro o maestra, estarían teniendo estas líneas de formación que, materializadas en dispositivos concretos, parten no solamente de la pretensión de ejercer una trans- formación de raíz de la disciplina escolar, por lo menos de los contenidos de ense- ñanza, sino que dejan obturados abordajes de la enseñanza, relegando los contenidos disciplinares al plano de la “acción” para ser sustituidos por unas denominadas “prácticas”, entendidas, en rigor, como “quehaceres”. Para hacerlo, nos remitiremos a diversos objetos de vasta circulación en las propuestas de formación, como las pla- nificaciones y planes de clase. En estos, de manera recurrente, se verifica un fuerte desconcierto, al menos en el plano textual, que da cuenta de la pulverización de los contenidos de enseñanza de lengua y literatura o de una opacidad de ellos en pos de unos “objetos” derivados de las investigaciones educativas homologadas en la nor- ma oficial. Se trata de un acto que no solamente deshistoriza la disciplina escolar y la desestabiliza (Cuesta, 2011; Cuesta Fernández, 1997; Viñao, 2002), sino que oca- siona severos problemas en cuanto a la posibilidad de realización del trabajo peda- gógico. Se está evidenciando un desplazamiento de los contenidos de enseñanza dis- ciplinares por propósitos o ideales materializados en eslóganes, así como también por un difuso constructo enunciativo devenido por el peso de la norma oficial en “contenidos” que alude a diversos “saber-hacer”, “comportamientos” que los chicos/as deberían aprender: “Se apropia de las prácticas sociales del lenguaje, es decir, de los comporta- mientos 63 que hacen -en el caso de la lectura, por ejemplo- que los lectores sean lec- tores: escuchar hablar de las obras, los artículos y los temas publicados.” (DC PBA, 2008: 34). 63 La negrita es nuestra. 247