Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 246
Aquel velo referido más arriba opaca además las confluencias entre el pro-
grama de formación de sujetos que expresan esos documentos curriculares y las po-
líticas neoliberales en cuyos contextos objetivos fueron gestados. Porque hay que te-
ner en cuenta que la norma oficial que encuadra el trabajo docente en la CABA (y
también en PBA desde 2008) tiene como antecedentes diversos documentos curricu-
lares publicados en los primeros años de la década del ´90 y a lo largo de ella, publi-
caciones cuya edición se prolongó durante los 2000 y entrada la década de 2010, in-
dependientemente del signo político de los gobiernos de las distintas jurisdicciones.
Es decir que la construcción curricular que regula el trabajo docente en CABA sigue
anclada y reproducida casi sin variaciones en lo nuclear de sus planteos después de
alrededor de veinticinco años de incidencia en el sistema educativo. La norma ofi-
cial, de manera deliberada, busca poner el acento en un “saber-hacer” al que deno-
mina “prácticas”, expresado en unos contenidos a enseñar llamados “quehaceres”.
Así lo expresan en los apartados dedicados a explicar el “enfoque de enseñanza”:
“Los contenidos que ocupan el primer plano de la escena son los quehaceres
de los practicantes del lenguaje (…) del hablante, del oyente, del lector y del escri-
tor.” (DC CABA, 2004: 648).
Son numerosas las investigaciones de perspectiva social y cultural en didácti-
ca de la lengua y la literatura que muestran cómo se han impuesto ciertas perspecti-
vas de investigación homologadas a norma oficial desde la década de los `90 que ac-
tuaban como encastre de proposiciones didácticas y prerrogativas de líneas de for-
mación pergeñadas por organismos internacionales (Cuesta, 2006; 2012; 2015;
Bombini, 2006, 2012; Sawaya, 2015). La matriz formativa en “competencias” (Rey,
2012) se ve proyectada en numerosos países latinoamericanos y también en la Ar-
gentina. No es casualidad que además del acento puesto en el “saber hacer” que ex-
presa la formación en “quehaceres” –que no es exactamente lo mismo que prácticas
(Chartier, 1995; Rockwell, 2005; Cuesta, 2015)- se emplee toda una retórica que da
cuenta de la koiné de la década neoliberal: competencia, eficacia, producción aplica-
da a la formación de sujetos en el área de lengua:
“En efecto, desde esta perspectiva, la responsabilidad de la educación obliga-
toria es formar a los alumnos no sólo como hablantes, lectores y productores de tex-
tos competentes y eficaces.” (DC CABA, 2004: 639).
246