Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 241

concreto, encierran un pedido sumamente complejo y, por lo tanto, difícil de concretar. Saturadas de información, transmiten un pedido a través de un enunciado breve que supone la realización de un conjunto complejo de operaciones menores.
Estas consignas presentan un problema que no es novedoso en las prácticas de enseñanza de la lengua y la literatura. De hecho, tienen algo de la consabida solicitud de“ subrayar ideas principales” cuando en verdad el objetivo de la clase( y no el de la consigna) debería ser el de enseñar a determinar ideas principales en un texto, o“ indicar el tema del texto”, cuando en verdad el objetivo de la clase( y no el de la consigna) debería ser el de enseñar a formular el tema, o“ elaborar un cuadro sinóptico” o“ una red conceptual”, cuando en verdad el objetivo de la clase( y no el de la consigna) debería ser el de enseñar a elaborar un cuadro sinóptico o una red conceptual. Las consignas saturadas encierran un pedido( como el de subrayar ideas principales, indicar el tema o elaborar un cuadro) cuya complejidad reside en que confunden tarea con objetivo.
Podría afirmarse que los estudiantes que logran formular buenas consignas son aquellos que producen una secuencia de actividades, es decir, una serie de tareas articuladas entre sí, y que suponen una interpretación hacia cuyo descubrimiento orientan gradualmente a partir de tareas, no necesariamente sencillas, pero sí fáciles de comprender. Este tipo de actividades tienen algo de los tres tipos de consignas mencionados anteriormente. De las consignas deteccionistas, conservan la indicación de detectar elementos concretos, aunque aquí esa detección siempre tiene un propósito: un tipo de narrador o un determinado aspecto de la construcción de un personaje son retomados posteriormente con una finalidad. En segundo lugar, de las consignas lúdicas, captan el valor de los formatos que escapan a la forma interrogativa( directa o indirecta); en este sentido, aprovechan el aporte de tareas tales como las de indicar si un enunciado es verdadero o falso, unir con flechas, completar un esquema, señalar la respuesta correcta a partir de una serie de opciones, subrayar pasajes del texto o transcribir algún fragmento clave, tachar el dato incorrecto en una serie de afirmaciones y, por qué no, completar un acróstico o introducir alguna modificación puntual en alguna parte del texto literario para comprobar los efectos de esa alteración, como la del final de un cuento. Pero lo hacen con el fin de conducir a aquello que las consignas saturadas harían a partir de una sobrecarga de información: establecer una relación, determinar la función de un elemento textual o describir un procedimiento formal.
Veamos un ejemplo. Dada la tarea de elaborar consignas para el análisis del cuento“ El Evangelio según Marcos”, de Jorge Luis Borges, varios estudiantes optaron por con-
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