Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 194
Esas mañas para suscitar el deseo por la cultura escrita, esa calidad de presencia de
las que nos habla la antropóloga francesa, son las que hacen posible la transmisión de (la
pasión por) la lectura. Calidad de presencia, experiencia, transmisión, voz. La referencia a
Larrosa se vuelve inexorable:
“para que haya transmisión, el lenguaje debe llevar la marca del que transmite; (…) en la
transmisión, la lengua está ligada a la experiencia del que habla y a la experiencia del que escucha,
a los avatares, en suma, de los sujetos. Y la voz es esa marca, esa experiencia, esos avatares que
hacen que los que hablan y los que escuchan, los que dan y los que reciben, sean unos sujetos con-
cretos, singulares y finitos, de carne y hueso, y no sólo máquinas comunicativas (emisores y recep-
tores de significados) o máquinas cognitivas (codificadores y decodificadores de información).”
(Larrosa: 2008)
El mediador se posiciona desde el lugar que Larrosa atribuye al “hombre experi-
mentado” (Larrosa: 2003); aquel que se reconoce e interpela en su propia experiencia, que
lejos de convertirla en autoridad: “sabe de la finitud de toda experiencia, de su relativi-
dad, de su contingencia, el que sabe que cada uno tiene que hacer su propia experiencia.”
Pensar la formación docente desde la experiencia supone revisar nuestras prácticas
habituales, el lugar y los modos en que se construye y se presenta el saber. En este sentido,
sostenemos que es necesario salirse de la dicotomía teoría/práctica y, como propone
Contreras (2010) posicionarnos en un lugar otro en el que el saber no se conciba separado
del sujeto:
“El núcleo esencial de la formación del profesorado no queda suficientemente resuelto,
por tanto, con la preocupación por la transmisión disciplinar, porque lo fundamental de la enseñan -
za (lo que está en la base, sosteniéndolo todo) somos nosotros mismos: quienes somos y lo que
desde ahí ponemos en juego. La enseñanza, lo que de verdad ocurre y se dirime en ella, trasciende
el enseñar, lo que responde a objetivos, métodos, estrategias y planificaciones.”
Poner la voz, el cuerpo, nuestra presencia en la formación docente, es nuestra ma-
nera de crear esa “calidad” de presencia que requiere todo mediador. En consecuencia,
pensamos estas jornadas de lectura como una posibilidad de encuentro, de construcción de
experiencias que contribuyan a la formación de nuestras/os alumnas/os desde un lugar dis-
tinto al tradicional, al paradigma academicista. En términos de Contreras (2010):
“Este cambio de posición acerca de en qué consiste formarse como docente refleja una
transformación que va desde una visión de la enseñanza como “hacerle algo al otro para obtener
algo de él”, a otra que se plantea “estar atentos al modo como entramos en relación y lo que pone-
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