Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 193
cuentros, que nos llenan el alma, y nos hacen reír con cada cuento que leen.” “¡Hermoso
encuentro! Dinámico, divertido y variado… fue muy motivador, nos alegró la tarde… Mu-
chas gracias, sigan así que alegran corazones.”
Algunas certezas que surgen de la experiencia
Para poder mediar, entonces, entre las estudiantes del nivel superior y la literatura,
es indispensable despojarse de los saberes del “especialista”, para investirse con la senci-
llez y la generosidad del lector apasionado, que quiere hacer gustar/que quiere
compartir/que quiere dar(se) a leer, a través de un vínculo con los textos y con los/as lecto-
res/as. Quizás este sea el verdadero desafío para quienes nos dedicamos a la enseñanza de
la literatura, dar de leer a otros. En términos de Petit (2015), podríamos decir que solo el
rol del mediador entendido como “el arte de la recepción, de una hospitalidad” es el que
podrá hacer que el deseo de leer habite en nuestra escuela. En el mismo sentido, Ferrer, C
(2015), sostiene: “No se puede imponer a un ser en edad escolar la pasión por la lectura
pero sí se puede contagiar la emoción de un lector atento a otro lector incipiente.”
En este contagio de la emoción, las abuelas y los abuelos lee cuentos de Pami, ha-
cen un aporte fundamental y entrañable a la formación de las/os futuras/os docentes:
“¡Hermoso! [encuentro] Siempre es un placer escucharlos. Nos llenan de amor, y hacen
que amemos cada día más nuestra profesión (…) Gracias por todo, sus palabras tocan y
llenan el alma y el corazón.”
La experiencia y los mediadores: Petit y Larrosa, un acercamiento teóri-
co
La figura del mediador, del facilitador, es la de aquel sujeto que, en términos de Pe-
tit (Petit: 2015):
“tiene afición a los libros y que, fortalecido por su propia experiencia, ha reconstituido un
marco y una atmósfera susceptibles de volver la apropiación de la cultura escrita deseable. (…) El
arte de los mediadores es una calidad de presencia, una capacidad de estar ahí con sus cuestiona -
mientos, su propio mundo, su estilo, su cuerpo, su energía, su voz que da vida a los textos. Es una
maña para suscitar idas y venidas entre lo sensible y el lenguaje, recuperar, tras el texto, la tierra
adentro de sensaciones, de emociones, un movimiento, un ritmo.”
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