Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 191

Creemos que sí; que, como dice Andruetto( 2015):“ Si no se tiene de arranque cierto capital( para acceder a los libros a través de padres u otros adultos que a su vez tuvieron ese acceso cuando eran niños) un lector comienza en una escuela donde habite el deseo y no habite el miedo.” Y si esa escuela no fue la primaria ni la secundaria, deberá ser el nivel superior. Pues, como afirma Solé( 2009), cuando se está a favor de la lectura:“ Se aceptan las responsabilidades que todos los ciclos y etapas sin excepción tienen en la enseñanza de estrategias de lectura que capaciten para leer y disfrutar …”
Ahora bien, si lo que se quiere es hacer del nivel superior la escuela en la que habite el deseo, se vuelve imperioso crear las condiciones“ que aproximen la práctica escolar de la lectura a lo que la lectura es como práctica social.”( Lotito, 2005:14). Para poder reproducir, de alguna manera, al interior del aula la práctica social de la lectura, realizamos tres formas de intervención: a.
La lectura-regalo de un cuento o una poesía para empezar o finalizar nuestros encuentros. Lectura-regalo, como la define Pennac( 2001) 46: sin comentarios, ni consignas que puedan romper el encanto que se produce cuando se lee un cuento en voz alta.
Lectura-regalo para permitir simplemente que la literatura habite nuestras aulas. b. Tertulias literarias en las que compartimos nuestras experiencias en torno a
una novela previamente pactada. En estos encuentros, a través de algún comentario o apreciación sobre algún tema o personaje de la novela, algún pasaje o, simplemente, el porqué de su elección intercambiamos ideas, impresiones, sentimientos acerca de lo leído. En esta instancia, no tomamos ningún tipo de nota ni llevamos ningún control formal. Esto fue fundamental para que todas / os – o la mayoría – se animasen a hablar y compartir sus experiencias; cuando se convencieron de que no íbamos a anotar ni quiénes habían leído, ni qué había interpretado cada una, nuestras voces y apreciaciones se mezclaron con las de ellas.
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“ Basta una condición para esta reconciliación con la lectura: no pedir nada a cambio. Absolutamente nada. No alzar ninguna muralla de conocimientos preliminares alrededor del libro. No plantear la más mínima pregunta. No encargar el más mínimo trabajo. No añadir ni una palabra a las de las páginas leídas. Ni juicio de valor, ni explicación de vocabulario, ni análisis de texto, ni indicación biográfica... Prohibirse por completo « hablar de ». Lectura-regalo. Leer y esperar. Una curiosidad no se fuerza, se despierta. Leer, leer, y confiar en los ojos que se abren, en las caras que se alegran, en la pregunta que nacerá, y que arrastrará otra pregunta.”( 2001:50)
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