Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 189
“… la diferenciación entre dos formas de leer literatura que se basa en la distinción entre
placer y goce. Si el placer es decible, formulable, si el sujeto puede hablar de su placer, el goce es
indecible porque es un punto de fractura en el sujeto hablante. Entonces, como el placer se puede
verbalizar se vincula con la cultura de masas, con sujetos que no reconocen el goce de la lectura,
es decir, con la gente común que sólo disfruta de placeres gregarios (léase no intelectuales, no es-
pecialistas). En cambio, como el goce no puede ser verbalizado, queda restringido al ámbito inte-
lectual, a los sujetos capaces de gustar de cierta cultura literaria porque tienen alguna formación
específica, confiriéndole así un carácter individualista, separado y separador de las masas.”
La propuesta de una didáctica de la literatura, planteada a partir del goce estético,
para que sea realmente democrática y no demagógica, debería proveer a las/os estudiantes
de herramientas que les permitan “educar” la mirada, apropiarse de algunas formas de per-
cepción de los especialistas. Como Díaz Súnico, “el punto está, creemos, no en la trans-
misión sistemática de estas categorías tal como circulan en el ámbito académico, sino en
desarrollar las disposiciones específicas necesarias para la percepción de la literatu-
ra.”(2005:29) Los discursos de la antropología y la historia de la lectura pueden, a nuestro
entender, ofrecernos dispositivos de intervención para acercar la literatura a futuras/os do-
centes que no serán “especialistas en”; pero sí mediadores/as comprometidos con la trans-
misión del placer de leer.
En este sentido, quizás, como dice Roldán: “... lo que interesa no es cuántos libros
están en los estantes sino qué se hace con ellos” (2011: 87). Solo entonces, tendrá sentido
que:
“... mientras el país se llena de gente a la que le falta un pedazo de pan por culpa de un pu -
ñado de canallas, aquí estamos festejando que a algunos todavía nos preocupan los libros y el arte.
Y eso está bien, porque si nos olvidamos de la belleza en nuestra lucha cotidiana por sobrevivir,
entonces sí que habremos perdido la partida” (2011: 84).
Quién le pone el cascabel al gato o sobre quiénes participan en la
formación de lectores
Un aspecto conflictivo y contradictorio que queremos señalar es que a la vez que
se demanda constantemente que las futuras docentes sean lectoras; no se les brindan expe-
riencias que propicien dicha formación. En efecto, existen escasas o nulas oportunidades
para conformar comunidades lectoras durante la formación. Tampoco se gestionan ni se
incentivan, al menos en nuestra experiencia, desde la biblioteca del Instituto este tipo de
experiencias; ni siquiera en ocasión de la llegada de los libros de las Colecciones de Aula.
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