Congresos y Jornadas Didáctica de las lenguas y las literaturas. | Page 187
nea propuesta por Petit. El concepto de experiencia, como lo entiende Larrosa, nuclea/ver-
tebra/ fundamenta nuestra propuesta.
Palabras clave: literatura – mediación – experiencia – formación docente
Primeros pasos para un inicio
A partir de nuestra propia experiencia como docentes formadores en el Ni-
vel Superior de la Educación, nos proponemos pensar qué instancias de lectura, literatura,
escucha literaria y deseo por la literatura se generan, cómo son esos espacios y qué deci-
siones didácticas, epistemológicas y, en definitiva, políticas implican. Para ello, nos parece
necesario caracterizar brevemente y quizá, de modo acrítico, cuáles han sido las principa-
les concepciones de formación inicial de docentes para los niveles inicial y primario y qué
papel ha tenido en ello la práctica de la lectura y la literatura, su aprendizaje y su enseñan-
za. Insistimos en que no se trata de un recorrido histórico ni acabado, sino de un breve
punteo de dimensiones que consideramos importantes para poder luego retomar aspectos
teóricos y vivenciales a lo largo de nuestro trabajo.
Desde las aclaraciones antes realizadas, nos parece importante mencionar que una
gran modificación de la formación inicial de docentes para los niveles citados se produjo
con la sanción de la Ley Nacional de Educación, Ley N° 26.206, en el año 2006 y, como
consecuencia de ello, en la formación del Instituto Nacional de Formación Docente. Así, la
Ley 26.206 implica un cambio significativo en la formación de docentes porque extiende
y homologa la formación inicial de docentes a no menos de cuatro años de duración. Si
bien esto ya ocurría en algunas jurisdicciones nacionales, implicó -sobre todo para los ins-
titutos de formación docente provinciales- una rejerarquización de la formación docente
para los niveles inicial y primario y, si se nos permite, una revisión epistemológica de la
formación. En este sentido, como menciona Davini (2015), la formación docente para di-
chos niveles se entendió, durante mucho tiempo, desde un paradigma práctico y aplicacio-
nista, en donde se aprendía en la formación docente aquello que necesariamente debía ser
aplicado en el, entonces, nivel y escuela “destinos”. A su vez, y como mencionamos, la
creación del INFD permitió la estructuración de la formación docente, produciendo una
suerte de estructuras paralelas y “sintéticas” -en sentido filosófico- de la formación docen-
te a lo largo de nuestro basto país, lo cual también contribuyó a la rejerarquización de la
formación. En este punto, nos gustaría aclarar que muchas instituciones universitarias, va-
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