Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 649
•
pretendíamos. También pudimos evaluar si las instrucciones resultaban claras, si el formato elegido era adecuado y si
el tiempo asignado era suficiente para obtener la información que buscábamos. El pilotaje nos permitió al mismo
tiempo poner a prueba el instrumento de evaluación o grilla
que utilizarían los evaluadores para describir los desempeños de los alumnos. Así, pudimos acordar criterios para el
uso de la grilla, compartir dudas e intentar evitar alguna
parcialidad que influyera en la definición de los resultados.
La riqueza del trabajo grupal porque, tal como afirma Weir (op.
cit.), el diseño de un examen no debe ser una actividad solitaria
ya que la información que pueden brindarnos otros evaluadores o colaboradores es valiosa al momento de tomar decisiones.
Este trabajo en equipo nos dio la posibilidad también de analizar aspectos éticos de nuestra tarea en relación con el uso y la
interpretación de los resultados. En este sentido, Messik (1980,
1988 en Bachman op.cit.) identifica cuatro áreas a considerar:
la validez de constructo, los sistemas de valores, la utilidad práctica del
examen y las consecuencias para el sistema educativo o la comunidad.
Desde esta perspectiva, y sobre la base de los modelos teóricos
y conceptuales consultados y el pilotaje, nos ocupamos de que
las evidencias recogidas para llegar a los resultados de nuestra
evaluación resultaran indicadores válidos de la competencia
que estábamos midiendo. Por otro lado, el proceso de evaluación institucional previo nos sum