Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 29

chio nos recuerda que a partir de la década del veinte, en las revista educativas que circulaban, proponían una imagen de maestra 4(o) dulce, comprensiva(o), que debía enseñar desde el amor, la humildad, la sencillez y el cariño. ¿Qué sucede con nosotros, docentes que aún ejercemos? Sabemos que los estudiantes valoran a aquel que cumple con su rol, que da clase, que se compromete y que les permite “abrir sus cabezas y ser ellos mismos”. La lectura de textos literarios permite conocer otros mundos, imaginar, crecer, pensar, crear, abrir ventanas que los preparen para transitar su niñez, su adolescencia, pero también su adultez. Su producción, también. Jen Hébrard (Hébrard: 2006, p.3) se pregunta: ”¿Qué es enseñarles lectura a los chicos? Es enseñarles la lengua de los libros y la cultura de los libros. Si no, la alfabetización no sirve de nada” y va más allá con su planteo al proponer que es necesario hablarles a los niñxs y enseñarles a explicar, a contar. Relata su experiencia de tener poco libros y leerlos con frecuencias, hasta que se pueda construir “una biblioteca mental” en cada estudiante. Afirma que “un buen personaje vive independientemente de su autor […] Y para los chicos los personajes tienen que ser personas vivas, con quienes ellos se puedan encontrar”. Y si, como continúa diciendo Hébrard, lo que un niñx tiene que pasar a la escritura es, no solamente su experiencia de vida sino también su experiencia de vida imaginaria, allí deberá haber un/a profesor/a adulto/a de lengua y literatura que les permita acceder a ese mundo y les dé las herramientas para que puedan escribirlo. 4 Recordemos que, tal como referimos antes, la escuela normal era una escuela de impronta más femenina. Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas 15