Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 170
2.4.2. Concretando la metodología
El proyecto creativo implica una organización especial de nuestro
tiempo y, por consiguiente, cada cual debe prever un recorrido que
le permita más adelante saber si le conviene una escritura rápida o
algo más pausado.
Cuando escribamos, no sólo cuidaremos nuestro estilo. El proyecto, además de ayudarnos a conocernos a nosotros mismos, también nos proporcionará vías diversas de creación o de diseño en
función del texto prefigurado. Por supuesto, ello exige profundizar
en nuestros hábitos de escritura (seleccionar nuestro escritorio, elegir horas de trabajo o/y afinar la propia escritura).
Montaigne tenía su torre, Borges una librería, Sartre unos bares
concretos..., con objeto de encontrarse lo más cómodos posible y en
este menester, claro está, cada cual tiene sus manías.
Proust se había impuesto unos horarios precisos para trabajar (eso
es al menos lo que en boca de Marcel, su alter ego, nos confiesa en “A la
recherche...”) y le daba a esa disciplina una gran importancia.
¿Y cómo concretar el proceso de escritura? Algunos han ido anotando sus reflexiones en un cuaderno, otros lo habrán hecho en una
tablet o como han podido..., pero todos ellos tenían presente el texto y no hicieron más que irlo alimentando de una u otra manera.
Aquello que vamos a escribir será, con todo, lo que condicione en
mayor o menor medida toda nuestra actividad. Y cada decisión conllevará otras posteriores a fin de ir desarrollando del mejor modo
posible las características propias. Con la opción lingüística, la observación de cada frase y la búsqueda de una lógica entre cada una y
la siguiente, lo que se persigue es un cierto equilibrio, ya que la inspiración no lo es todo y, tras una determinada afirmación o una
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Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas