Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 1149
tanto mujeres. No desarrollaremos este aspecto en esta comunicación, pero queremos sí anticipar de alguna manera la importancia
que creemos que reviste en el análisis de este género. Asimismo, y a
pesar del rol determinante que estas configuraciones morales imprimen sobre el horizonte de lectura de las lectoras, nos parece fundamental recuperar a Chartier (1993) para sesgar de algún modo la
presuposición de una influencia entendida en forma directa e inequívoca y afirmar que creemos necesario “no considerar del todo
eficaces y radicalmente aculturantes los textos o las palabras que
pretenden modelar los pensamientos y las conductas. Las prácticas
que se captan siempre son creadoras de usos o de representaciones
que en modo alguno resultan reductibles a las voluntades de los
productores de discursos y de normas. (…) La aceptación de los
mensajes y de los modelos siempre se realiza a través de arreglos,
de desvíos, de nuevos empleos singulares que son el objeto fundamental de la historia cultural.”
Legitimidad literaria y experiencia vital
Tal como señala De Certeau (2000), no abunda la literatura que busca
conocer cómo leen los sujetos no eruditos: “Desgraciadamente, la
abundante literatura consagrada a la lectura sólo proporciona precisiones fragmentarias sobre este punto o trata de experiencias eruditas.
(…) Más numerosas en sociología, son generalmente de tipo estadístico: calculan las correlaciones entre objetos leídos, pertenencias sociales y lugares de frecuentación más que analizan la operación misma de
leer, sus modalidades y su tipología.” (2000: 182)
Esta vacancia puede observarse claramente en el caso de las lecturas
que realizan los jóvenes, lecturas de las que, como ya dijimos anteriorInvestigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas
1135