Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 1090
trampolín” implica trabajar con consignas que, como diría Egan,
plasmen un “pensamiento imaginativo” (1994). En este sentido, es
necesario pensar al CPU y al TLE como los primeros “transmisores”
de este nuevo código universitario que, como tales, deben dar cuenta de este doble juego entre enseñar una escritura académica pero
de un modo en el que no se siga sosteniendo la exclusión. Desde
este lugar, lo planteado por Egan cobra sentido al pensar a la imaginación como una forma más de conocimiento, dando lugar a la producción, a la reflexión y a la duda.
El trabajo con un manual implica, como dijimos anteriormente,
la posibilidad de que todos los alumnos y docentes compartan un
mismo material de trabajo y consulta. Sin embargo, en el momento
de llevar adelante las consignas propuestas por los manuales del
CPU y del TLE, nos encontramos con una traba fundamental: muchas generan “confusión”. Los estudiantes, por un lado, suelen no
entender cuáles son los objetivos de las mismas (es decir, qué se les
pide) y, por el otro, no se sienten “familiarizados” con ese lenguaje
que, implica, a nuestro entender, un nuevo código a descifrar. El lugar de las consignas en estas materias iniciales termina siendo fundamental, teniendo en cuenta que el único material de trabajo y estudio con que cuentan los estudiantes, es el manual. En este sentido, es interesante pensar cuál es el rol del docente como mediador
de estas consignas. En nuestra experiencia, tanto en el CPU como
en TLE, vemos que estos estudiantes manifiestan su preocupación
por la materia Lengua (preocupación que vienen “arrastrando” desde el colegio secundario) por considerarse incapaces de llevar adelante una escritura “correcta” (volviendo a las ya mencionadas “teorías del déficit”, es claro, al escuchar sus voces, cómo les “han hecho
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Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas