Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 1042
un juego con quien lee el texto. El enunciatario será, de este modo,
un depositario de saber, pero también se debe prever en el plan textual otras dos instancias: la del juego pragmático –qué quiero que el
lector textual haga con lo que digo-; las del juego patémico, es decir, qué tipo de pacto pasional haré con el lector, además de provocar que me lea.
En este aspecto debemos señalar que, retomando lo que ya mencionamos con respecto al uso de los deícticos, se evidencia cierta dificultad para construir el enunciatario. Esto se observa en la vacilación entre la primera persona del singular y la del plural, en el uso
del nosotros inclusivo. En pocos casos se pone de manifiesto el “tú”
al que va dirigido el ensayo.
Asimismo, el ensayo como género académico podrá jugar con
otros géneros como el relato, el diálogo del teatro, la descripción literaria, y algunos de naturaleza más primaria (Bajtín, M. 1982)
como el refrán, el dicho, la sentencia y los aforismos, entre otros.
Este diálogo intergenérico enriquece el hacer de la escritura, pero
debe ser monitoreado, tanto por el tallerista como por el docente.
En este sentido solo hemos encontrado alusiones a frases o dichos
populares.
Algunas conclusiones y muchos interrogantes:
Según hemos planteado, nuestro abordaje se hizo desde el enfoque
de la escritura como práctica y como proceso, y en este aspecto las
sucesivas experiencias nos indican que, frecuentemente, los estudiantes se resisten a planificar la escritura. Los distintos pasos que
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Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas