Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 1036
Para definir al ensayo como género consideramos oportuno recurrir a la imagen del “cuarto en el recoveco” acuñada por Jaime
Rest (1981), pues nos permite pensar un espacio, un tanto alejado,
donde se depositan un montón de escritos de temática, estilo y extensión variados que se resisten a ser clasificados o tipificados.
En cuanto al tratamiento del tema y en comparación con algunos
géneros muy próximos, podemos destacar junto con Vilam Flusser que
“el ensayo no resuelve, como hace el tratado, su tema. No explica su
tema, y en este sentido no informa a sus lectores. Por el contrario,
transforma su tema en enigma. Se implica en el tema, e implica en él a
sus lectores. Este es su atractivo.”226 (Flusser, 1998: 2)
Asimismo, el ensayo comporta un hacer sobre el lenguaje, una
reflexión sobre la escritura misma que hace posible el espacio para
una reflexión metaescrituraria. En tal sentido Fernanda Cano
(Cano, et al. 2008) sostiene que si bien ya casi todo ha sido dicho sobre el género, en “El ensayo como forma” de Theodor Adorno, este
autor “defiende la postura de que la idea no preexiste a la palabra,
de que la escritura termina de darle forma a la idea, y de ahí la im portancia de la forma del ensayo (de la escritura como forma de
pensamiento y no mera herramienta de divulgación). El ensayo
para Adorno “nunca se presupone como Verdad, tan sólo se sabe
verdad contingente, momentánea, dependiente del recorte hecho
en el objeto de estudio” (Cano, et al. 2008: 12).
El ensayo es, casi siempre, escritura sobre unas lecturas y, al
tiempo que dialoga con estas últimas, se consolida como su refuta226
Publicado originalmente en el diario O Estado de S. Paulo, 1967. Tomado de:
Flusser, Vilém, Ficcoes filosóficas, San Pablo, Editora da Universidade de
Sao Paulo, 1998. Traducción al español: Pablo Katchadjian.
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Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas