Congresos y Jornadas Didáctica de las Lenguas y las Literaturas - 2 | Page 1034

que, al materializarse y fijarse, permite una recepción diferida” (Alvarado y Cortés. 2001), un distanciamiento de lo escrito, que hace posible la revisión crítica de las propias ideas y, consecuentemente, su reelaboración o transformación. En ese juego de alejamiento – acercamiento, el texto se expande, crece y, al mismo tiempo, se construye el pensamiento. De allí que resulte de fundamental importancia para los estudiantes realizar experiencias de escritura sostenidas y sistemáticas a lo largo de su formación profesional. Asimismo, desde una perspectiva social, la escritura se entiende como un “herramienta cultural” (Alvarado y Cortés. 2001) que se da a través de determinadas instituciones y prácticas que propician la circulación de géneros escritos, en muchos casos de cierta complejidad- como los académicos- en situaciones formales de comunicación. Dichos géneros requieren por parte de los estudiantes “habilidades y estrategias maduras de lectura y escritura, cuya adquisición y desarrollo exigen un entrenamiento sistemático y especializado” (Alvarado y Cortés.2001). Es aquí donde los talleres de escritura cobran una importancia decisiva en tanto espacios de formación académica con estudiantes- los universitarios- que por su edad han alcanzado cierta madurez y conocimiento, lo que les permite acceder a experiencias ricas y productivas en torno a la palabra escrita. En tal sentido, los modelos sobre los procesos de composición desarrollados desde la psicología cognitiva por John Hayes y Linda Flower (1996) y por Carl Bereiter y Marlene Scardamalia (1992) constituyen aportes significativos para la enseñanza de la escritura. Estos nuevos enfoques permitieron responder al interrogante acerca de cómo se escribe y, al mismo tiempo, reconocer el proceso y los subprocesos cognitivos que ocurren mientras el texto se va haciendo. 1020 Investigación y Práctica en Didáctica de las Lenguas