CAPÍTULO 1 • LA NATURALEZA DE LA ADMINISTRACIÓN ESTRATÉGICA 27
TABLA 1-3
Fragmentos de la obra El arte de la guerra, de Sun Tzu
• La guerra es un asunto de vital importancia para el Estado: un asunto de vida o muerte, el camino a la supervivencia o a la ruina. De ahí la importancia de estudiarla a profundidad.
• El arte de la guerra se basa en el engaño. Cuando se está cerca del enemigo, hay que hacerle creer que se está lejos; cuando se está lejos, hacerle creer que se está cerca. Hay que atraerlo con carnadas, para atacarlo cuando menos se lo espere. Hay que evitar al enemigo cuando se encuentre más fuerte. Si el oponente es de temperamento colérico, intente irritarlo. Si es arrogante, alimente su ego. Si, después de reorganizarse, las tropas enemigas se encuentran bien preparadas, trate de agotarlas. Si están unidas, intente sembrar la discordia entre sus filas. Ataque al enemigo cuando esté desprevenido y hágase presente donde menos se lo espere. Éstas son las claves para la victoria de todo estratega. No es posible formularlas al detalle con anticipación.
• El principal objetivo de la guerra es lograr una rápida victoria. Cuando ésta tarda en llegar, las armas se desgastan y la moral disminuye. Cuando el ejército participa en campañas prolongadas, los recursos del Estado pronto se agotan. Por eso, aunque en la guerra la precipitación imprudente es muy común, jamás veremos una campaña inteligente que sea prolongada.
• Por lo general, en la guerra la mejor táctica es apoderarse de un Estado intacto; arruinarlo es una mala estrategia. Capturar a todo el ejército enemigo es mejor que destruirlo; adueñarse de un regimiento, una compañía o un escuadrón sin dañarlos es mejor que destruirlos, pues el colmo de la habilidad no radica en obtener 100 victorias de 100 batallas libradas: avasallar al enemigo sin siquiera pelear es la excelencia suprema. Los más diestros en la guerra son los que derrotan al ejército enemigo sin luchar.
• El arte en el uso de las tropas es éste: cuando supere al enemigo por 10 a uno, cérquelo. Cuando sea cinco veces más fuerte, atáquelo. Si es el doble de fuerte, divídalo. Si lo iguala en fuerza, enfréntelo respaldado por un buen plan. Si es más débil, tenga la capacidad para retirarse. Y si en todos los aspectos usted es el más débil, sea capaz de eludirlo.
• Conozca a su enemigo y conózcase usted mismo, y en 100 batallas jamás será derrotado. Si no conoce al enemigo pero se conoce usted mismo, sus posibilidades de ganar o de perder serán idénticas. Pero si no conoce al enemigo ni a usted mismo, con toda seguridad será derrotado en cada batalla.
• El que llega primero al campo de batalla espera descansado al enemigo; el que llega después a la escena y se lanza a la batalla, lo hace agotado. Quienes son diestros en la guerra atraen al enemigo al campo de batalla, no son llevados allí por sus oponentes. Así que, cuando el enemigo esté descansado, tenga la habilidad de agotarlo; cuando se encuentre bien alimentado, llévelo hasta la inanición; cuando esté tranquilo, sea capaz de obligarlo a moverse.
• Analice los planes del enemigo para conocer sus defectos tanto como sus puntos fuertes. Inquiételo para averiguar el patrón de sus movimientos. Incítelo a mostrarse para que revele sus alineaciones y para averiguar su posición. Lance un ataque de prueba para saber en dónde es fuerte y en dónde es débil. Los planes se disponen para la victoria según la situación, pero esto escapa a la comprensión de la muchedumbre.
• Los ejércitos se asemejan al agua, porque así como el agua huye de las alturas para fluir hacia las tierras bajas, los ejércitos deben evitar el lado fuerte y atacar la debilidad. Y así como el agua modifica su curso según el perfil del terreno, un ejército logra su victoria de acuerdo con la situación del enemigo. La forma del agua nunca es constante, y en el arte de la guerra las condiciones nunca son constantes. Por eso, quien es capaz de modificar sus tácticas según las condiciones del enemigo y así alcanzar la victoria puede equipararse con los dioses.
• Si decide entrar en la batalla, jamás anuncie sus intenciones o planes. Actúe como si nada ocurriera.
• Los líderes poco hábiles resuelven sus conflictos en las cortes y en los campos de batalla. Los estrategas brillantes rara vez entran en batalla o pisan las cortes; por lo general, logran sus objetivos gracias a sus posiciones tácticas mucho antes de que surja cualquier confrontación.
• Cuando decida desafiar a otra compañía( o ejército), no olvide que el triunfo es producto del cálculo, la estimación, el análisis y la posición. Un cálculo deficiente sólo traerá consigo la derrota.
• Los líderes hábiles no permiten que la estrategia inhiba un contraataque creativo, ni que las órdenes dictadas por alguien que se encuentra muy lejos interfieran con las maniobras que surgen de manera espontánea ante una situación inmediata.
• Cuando logran una ventaja decisiva sobre un rival, los líderes diestros dejan de hostigarlo. Mantienen su posición y dan a sus rivales la oportunidad de rendirse, o de unirse a ellos. Nunca permiten que sus fuerzas se vean mermadas por alguien que no tiene nada que perder.
• Los estrategas brillantes se abren camino asumiendo una apariencia engañosa que oculte las áreas de mayor confrontación, para que los oponentes dividan sus fuerzas en un intento por defender todos los frentes posibles. Crean la ilusión de encontrarse confusos, temerosos o vulnerables para que el oponente se sienta irremediablemente atraído por esta ventaja ilusoria.
( Nota: Sustituya las palabras guerra o arte de la guerra con estrategia o planeación estratégica.) Fuente: Adaptado de El arte de la guerra y del sitio Web www. ccs. neu. edu / home / thigpen / html / art _ of _ war. html.
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