Comunion Revista Comunion nº 44 | Page 17

Orlando Sánchez, Trinitario

peruano en la cuna de la reforma

Orlando Sánchez hace 20 años que ingresó al Seminario Trinitario en Lima. Él mismo nos cuenta cómo conoció a los Trinitarios y sus motivaciones para ingresar a la Orden Trinitaria: “Desde mediados del año 1989, me puse en comunicación mediante innumerables cartas con el P. Ángel García, promotor vocacional de la Orden Trinitaria, quien visitó varias veces el colegio secundario de mi pueblo para hacer la oferta del apasionante carisma liberador del francés, San Juan de Mata. Me impresionó la vida y mensaje tan actual del fundador de la Orden de la Santísima Trinidad y los Cautivos. Me impactó su vida “a la altura del mismo Redentor”, que me hizo rendirme a dicho proyecto liberador e interesarme por la vida de tantas personas que viven atrapadas en diversas esclavitudes o están encarceladas, sobreviviendo en lugares inhumanos”.

El hermano Orlando con sus 38 años no es sacerdote sino “hermano cooperador”. Él es uno de los 32 hermanos cooperadores de toda la Orden Trinitaria. “Mi vida transcurre, primero dedicando mi ser y espíritu a la Casa de la Trinidad, la cual es mi reducto, mi hogar y taller de la vida sencilla. El resto de mi tiempo lo dedico a cooperar en las actividades pastorales: la pastoral educativa, la pastoral juvenil y vocacional. Y también acompañó al P. Antonino a la cárcel de Herrera” – señala Orlando. La vida de comunidad, la oración y el trabajo son las características del religioso trinitario. Así el hermano Orlando

recuerda todos los trabajos que ha ido realizando en estos 20 años en la Orden Trinitaria:

“Como Aspirante y Postulante: catequesis de primera comunión en Lima Perú; como Novicio: pastoral misionera y penitenciaria en San Carlos de Ñuble, Chile; como Estudiante: pastoral de los enfermos y penitenciaria en Lima Perú; como religioso, he sido profesor en nuestro colegio trinitario de Lima, misionero, promotor vocacional, acompañante de aspirantes y postulantes en Perú y Bolivia. También he acompañado a muchos hombres y mujeres en situación de calle en Santiago de Chile”. Él, hoy está contento y feliz en Valdepeñas pero no olvida esos años vividos en la Misión el Muyo en Perú y nos habla de sus experiencias misioneras: “Compartir la experiencia misionera es volver a caminar con los campesinos alejados y olvidados por el mismo sendero y firmamento que se puede tocar con las manos. El Muyo y Santa Rosa, ambas parroquias misioneras las he podido visitar desde el postulantado en tiempo de vacaciones y por trienios enteros. Todos los años preparábamos con mucha dedicación y cariño la misión que teníamos que realizar por los diferentes caseríos.

Aquello era un verdadero compartir durante una semana en cada caserío o pueblito con los campesinos, catequistas, niños y jóvenes. De este modo, cada año visitábamos 15 caseríos de cada parroquia. Ser misionero es caminar hacia los campesinos más

alejados, escucharles y acompañarles en su camino de fe y liberación. Así nos lo atestigua Orlando: “Las caminatas y los diálogos espontáneos con los catequistas que nos guiaban hasta sus caseríos; las catequesis y el compartir los alimentos en sus casas humildes, puso ante mis ojos a familias sencillas y hospitalarias, creyentes y generosas. Familias que confiaban en un Dios providente que les acompañaba en sus labores cotidianas y que les hacía vivir sosegados, dignos y felices: un estilo de vida luminoso para nuestra vida de fe y cultura consumista, calculadora y egoísta de nuestro tiempo. Por nuestra parte, al terminar esos días de misión: tanto por el camino ante el paisaje y el horizonte, la capilla, el jardín o la lavandería, donde dejábamos como corresponde la ropa, las botas o zapatillas, compartíamos con gratitud nuestras experiencias supremas”.

Fr. Ángel García Rodríguez

Buenos Aires (Argentina)

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