...El Personaje
Mi nombre es Delfy Amour Cédrick MOUZABAKANI EMKA, nací en Brazzaville (Congo) el 16 de septiembre de 1981, por tanto tengo 31 años. Conocí a los trinitarios en el año 1997 cuando se instalaron en el Congo, justamente mi familia vive en la misma zona en que fundaron la comunidad. Fue en la parroquia administrada por la Orden donde me bauticé, recibí la primera comunión y fui confirmado, ciertamente tenía muy buena relación con la comunidad, aspecto que me posibilitó que uno de ellos fuera mi padrino. Dos de los elementos que más me unieron a los hermanos, e influyeron para que entrara en la Orden, fueron los momentos de oración que pasaba con la comunidad y mi pertenencia al Movimiento Juvenil Trinitario, ambas cosas estimularon fuertemente mi vocación hasta que en el año 2003 decidí responder afirmativamente a su invitación de ingreso.
Por otra parte, los momentos que compartía con los hermanos trinitarios en Brazzaville me hicieron ver que un elemento fundamental en la Orden es el servicio a los demás y la defensa de sus derechos; yo, en efecto, estaba buscando respuestas a muchos interrogantes que se me planteaban sobre este aspecto, esas respuestas tomaron cuerpo gracias a mi relación con la Orden. Además, yo buscaba intensamente al Señor y le pedía que me manifestara su voluntad de manera más clara; los trinitarios me han permitido apreciar esa claridad de un modo que jamás pensé.
Por este motivo, animaría a los jóvenes a que estén atentos a la voz de Dios que habla en todo momento, esto es fundamental para discernir la vocación. Dios nos habla interior y exteriormente y cuando llama, lo hace cuando y donde quiere (Cf. “La vocación de Abraham”, Gen 12, 1-9; “La llamada de Dios a Samuel”, 1Sam 3, 1-21; “La vocación de Saúl, Cro 9, 1-19…). Pero todo esto necesita una actitud de kénosis, es decir, de abajamiento sincero, esto nos ayuda a escuchar y a entender esta voz interior que nos guía y grita en nosotros “Abba, Padre”.
Delfy Amour Cédrick Mouzabakani Emka
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Orden, fueron los momentos de oración que pasaba con la comunidad y mi pertenencia al Movimiento Juvenil Trinitario, ambas cosas estimularon fuertemente mi vocación hasta que en el año 2003 decidí responder afirmativamente a su invitación de ingreso.
Por otra parte, los momentos que compartía con los hermanos trinitarios en Brazzaville me hicieron ver que un elemento fundamental en la Orden es el servicio a los demás y la defensa de sus derechos; yo, en efecto, estaba buscando respuestas a muchos interrogantes que se me planteaban sobre este aspecto, esas respuestas tomaron cuerpo gracias a mi relación con la Orden. Además, yo buscaba intensamente al Señor y le pedía que me manifestara su voluntad de manera más clara; los trinitarios me han permitido apreciar esa claridad de un modo que jamás pensé.
Por este motivo, animaría a los jóvenes a que estén atentos a la voz de Dios que habla en todo momento, esto es fundamental para discernir la vocación. Dios nos habla interior y exteriormente y cuando llama, lo hace cuando y donde quiere (Cf. “La vocación de Abraham”, Gen 12, 1-9; “La llamada de Dios a Samuel”, 1Sam 3, 1-21; “La vocación de Saúl, Cro 9, 1-19…). Pero todo esto necesita una actitud de kénosis, es decir, de abajamiento sincero, esto nos ayuda a escuchar y a entender esta voz interior que nos guía y grita en nosotros “Abba, Padre”.