Comunion Revista Comunion nº 26 - 2012 | Page 8

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de libertad y redención, Juan de Mata, cruza las barreras del fideísmo, rompe con el acero del fundamentalismo.

El empeño de Juan de Mata por crear espacios y nexos comunes en una sociedad pluralista, estructurada por los mecanismos de participación de todos y de cada uno, del respeto a las diferencias, de la convergencia amorosa, del consenso fraterno, de la tolerancia activa y del plan de violencia cero, encuentra su fundamento en las tres divinas personas distintas, en su simultaneidad y en su coexistencia amorosa. No existe, dentro del paradigma trinitario, otro fundamento para el proyecto mundial de desarme y servicio humanitario. Todo es tolerable, menos la violencia o la guerra llámese justa o injusta (P. Ignacio Vizcargüénaga).

La radicalidad del Evangelio supera la plataforma del consenso humano. Supera positivamente el consenso porque se orienta según las coordenadas de la gratuidad. En este sentido, si un cristiano quiere estar unido a la Santísima Trinidad ha de seguir el camino de Jesús: adorar en espíritu y en verdad, actuar con firmeza por la justicia, la paz, la comunión y la fraternidad mundiales. Esta firmeza se convierte en radical con la aceptación de la misma muerte, una entrega total que expresa comunión y perdón a los enemigos.

La solidaridad afecta al núcleo mismo de la experiencia trinitaria en la Iglesia. No hay fraternidad trinitaria allí donde no se comparte con los pobres y cautivos el fruto de su trabajo y ahorro, además de los bienes recibidos de otros (P. Ignacio V.). Los bienes que tiene la comunidad, sean adquiridos por su trabajo o resultado de una donación, son bienes para liberar al pobre y rescatar al cautivo. La fraternidad es simple mediación y para ello Juan de Mata establece

en su regla los mecanismos eficaces para que los bienes

lleguen fielmente a sus destinatarios (Capítulo comunitario y Ministro).

Y como actividad específica de la Orden fue la redención de cautivos. Así lo confirma Inocencio III en la primera bula que dirige a Juan de Mata: “Hemos decidido que vuestras casas presentes y futuras no sean desviadas por nadie del fin para el que providencialmente las habéis ordenado, a saber, la liberación de cautivos”. Y después en la regla aprobada por el mismo Inocencio III, se lee: hablando de los bienes “Todos los bienes, de donde quiera que lícitamente provengan, los dividan en tres partes iguales; …para obras de misericordia, el sustento de sí mismos y una tercera parte se reserve para la redención de los cautivos que a causa de la fe en Cristo han sido encarcelados por los paganos (RT, 2).

Juan Bautista de la Concepción. El carisma continúa

Destinatarios de la caridad de la Orden: pobres y cautivos.

Para hablar de los destinatarios de la caridad redentora en san Juan Bautista debemos situarnos en Valdepeñas, el santo con el Breve de la

reforma organizando su pequeña comunidad y adentrarnos en la concepción que san Juan Bautista tenía del religiosos trinitario y teniendo presente la Iglesia y mentalidad

del siglo de oro en España. La mística reinante, el espíritu misionero, la verticalidad en todos los sentidos.

Cómo en Juan de Mata, sus raíces están en el Evangelio. Cristo es el manantial de la obra redentora de la Orden, pues por haberse Cristo puéstose en la cruz a ser salud y salvador de los hombres, la Orden ha escogido de aquella salud y la quiere dar y repartir a los pobres y salvar y librar a los cautivos (III, pag. 90).

No cabe duda que la reforma tenía que consistir en volver a los orígenes, volver al carisma del Fundador, actualizado en los siglos XVI-XVII donde él vivía, pero con el Carisma del Fundador, “esto es lo que digo yo, que en la religión que se reforma se saque el primer espíritu, que aquello primero es lo que Dios quiere honrar y despertar” (III, pag. 940), y más adelante sigue “nuestro primer vestido fue curar pobres y redimir cautivos” (III, pag. 943). “En Roma, …, nuestros santos padres fundadores hicieron la primera casa y convento y empezaron a ejercitar el oficio de la hospitalidad y a redimir cautivos”(III, pág. 30).

Para san Juan Bautista, los cautivos son los cristianos que están cautivos, como nos dice él “los pobrecitos e inocentes cristianos sobre los que los moros ejercitan tiranías y rabias.

Juan Bautista vive en una atmósfera de cristiandad, en la España de los siglos XVI, XVII, con ansias misioneras, tenía muy presente, por los escritos de la época (cristianos rescatados, el carmelita P. Gracián), que muchos cristianos en esas circunstancias reniegan de su fe. De su ardor misionero, para que no abandonen su fe, surge su ardor redentor.