Comunion Revista Comunion nº 19 - 2012 | Page 5

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Pronto se cumplirá el año de la Asamblea Internacional en Ávila, y seguramente, todos los participantes –religiosos, religiosas y laicado- la recordamos como una manifestación más del amor de Dios Trinidad a la Familia Trinitaria que se nos brindó por medio de conferencias, comunicaciones, experiencias compartidas, convivencia y fiesta. Una gracia que debemos recrear, abriendo nuevos caminos, como nuestros fundadores –siguiendo la huella de Juan de Mata– hicieron.

3. ¿Cómo presentar hoy estas dos figuras al mundo para que su mensaje sea más atrayente?

Pienso que en una época tan compleja como la nuestra, en un mundo tan diferente y globalizado como el nuestro, en una realidad en la que las diferencias sociales son tan escandalosamente palpables, somos llamados a ser memoria y testigos del pueblo de Dios, a vivir en comunión el carisma recibido –Dios Trinidad revelado en el AMOR que manifestamos a través de nuestros compromisos y relaciones fraternas–, a estar con los sentidos en pleno funcionamiento para detectar a todos aquellos hermanos que sufren las injusticias… es un desafío que también nuestros fundadores vivieron y enfrentándose en su tiempo con las dificultades, como nosotros en el nuestro.

Otro medio de ser transmisores/as de todo este legado, de actualizar nuestro carisma a las nuevas esclavitudes que constatamos a nuestro alrededor, injusticias

que están provocando tanto sufrimiento y dolor que han de ser denunciadas, y, nosotros/as como trinitarios/as tenemos el deber, la obligación de ponerles voz y luchar de forma comprometida por superar toda esta desigualdad, seremos así fieles a nuestros fundadores aportando nuevas respuestas y caminos liberadores cara el futuro.

4. ¿Cómo presentarías a los jóvenes en formación a nuestros dos santos?

Los presentaría con toda sencillez. Hombres que se sintieron llamados por Dios Trinidad, se fiaron de Él y se pusieron en camino con una gran fe. Hombres entregados a las necesidades del momento histórico, profetas de su tiempo. A través de los siglos nos hemos ido adaptando a cada momento y lugares sin olvidar nunca el fin propio: la liberación-redención, el carisma Trinitario. La espiritualidad trinitaria se debe vivir más con la vida y las obras que con las palabras. Tenemos muchas vidas ejemplares, hoy hacemos memoria muy especial en las de Juan de Mata y Juan Bautista de la Concepción –fundador y reformador, respectivamente– que pasaron dejando huella en la historia y una forma de vivir la espiritualidad trinitaria, que es modelo y ejemplo para nosotros/as, sus seguidores/as.

En una sociedad, como ya se ha comentado un poco más arriba, donde los Derechos Humanos son vulnerados, los valores del evangelio quieren ser anulados por unos sectores de la población –la honradez, la verdad, el diálogo, el perdón, la

libertad, la ternura, la misericordia… el amor–, las personas y, concretamente los jóvenes, buscan la felicidad, el sentido pleno de la vida… están en búsqueda, recibiendo respuestas que, en la mayoría de ocasiones, son para aprovecharse de ellos, privándoles, precisamente, de la libertad tan ansiada. Tenemos a nuestro alcance la oportunidad de ofrecerles alternativas que, al ponerlas en práctica, se descubre y experimenta aquello que es verdadera felicidad y libertad: el gozo del encuentro de la otra persona como hermano/a y en la que se hace presente el mismo Dios Trinidad “… lo que hicisteis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hicisteis…” (Mt 25); el experimentar la grandeza de la propia persona como ser único con unas capacidades y valores; junto a otros, el gozo de poner al servicio de los más desprotegidos los dones que cada uno posee; redescubrir el valor de la oración, personal y en grupo, como fuente de “alimentación” y renovación interior; en consecuencia, darle vida a los valores que nos ofrece generosamente Jesús: compartir, coherencia y compromiso de vida… –“ahora haz tú lo mismo” nos dirá. Descubriendo, por la propia experiencia, que son signos creíbles ante nuestra sociedad. Es ayudarles a saborear el gran don del carisma Trinitario. Dios Trinidad ya intervendrá, si así lo considera, aportando nuevas vocaciones a la vida religiosa. Sin lugar a dudas, todos/as a ser personas, desde la opción de vida elegida, a ser más humanas y misericordiosas.