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JOHN FISHER
La propaganda realizada por Castelli también ha sido presentada
como una causa del descontento que se manifestara en las provincias
de Huamanga y Tarma en 1812, no obstante haber sido éste expulsado del Alto Perú algunos meses antes de que la distribución de
volantes en estas zonas diera paso a la insurrección armada.32 Al
igual que la conspiración de Lima, la de Huamanga, descubierta
por el intendente en mayo de 1812, no pasó de la colocación de
pasquines contra los europeos, pero la rebelión de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes que la precediera unos tres meses antes fue
mucho más seria pues, al igual que el movimiento de Tacna, ella vio
un estallido de violencia antipeninsular que unió a los disidentes
criollos e indios.33 La rebelión comenzó como una protesta en contra
del corrupto gobierno local de los subdelegados, quienes seguían
operando el ilegal sistema del reparto en la zona, una política que
ofendía tanto a los indios que se veían obligados a comprar bienes,
como a los comerciantes mestizos que resentían esta competencia
desleal.34 El momento de la protesta probablemente estuvo influido
por la frustración indígena ante el hecho de que estos mismos funcionarios siguieron cobrando el tributo, no obstante haber sido éste
abolido por la regencia en marzo de 1811, y debido a la circulación
de rumores propagados por Castelli, según los cuales un descendiente de los incas estaba por llegar para liberar a su pueblo de la
opresión.35
32. Colección documental, Tomo III, 1: pp. XXIV-XXV.
33. Para Huamanga véase Vergara Arias, El prócer Juan de Alarcón. Hay una exhaustiva
cobertura documenta l del levantamiento de Huánuco en Colección documental,
Tomo III, Vols. 1-5, y en el informe del intendente interino (Francisco Paula Pruna),
25 de agosto de 1812, AGI, Lima, Leg. 649.
34. Tras la supresión del levantamiento, el intendente de Tarma hizo una relación
detallada de los abusos perpetrados por los subdelegados: José González de Prada
a Ignacio de la Pezuela, 24 de setiembre de 1812, AGI, Lima, Leg. 649.
35. Vargas Ugarte, Historia del Perú: emancipación, pp. 32-33. Aunque el virrey
inicialmente ordenó el 2 de setiembre de 1811 que se acatara la decisión de las Cortes
del 13 de marzo de dicho año, que abolía el tributo, esta decisión fue revocada el 14
de noviembre de 1812: Colección documental, Tomo III, Vol. 7: pp. 5-6.
FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA
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Tras la publicación de los pasquines —provocada al parecer por
el temor criollo de que se estaba intentando restringir el cultivo del
tabaco—, los indios de las aldeas vecinas marcharon sobre Huánuco, símbolo de la autoridad española, el 22 de febrero de 1812.36
Una defensa improvisada a cargo de un puñado de tropas permitió
a los residentes europeos huir en la noche hacia Cerro de Pasco,
pero la mayoría de los pobladores criollos permaneció en sus hogares y no fue lastimada al día siguiente, cuando se permitió que una
masa indígena entrara a la ciudad sin mayor resistencia. Algunos
hogares criollos fueron saqueados por los invasores, pero según Pedro Ángel Jadó, un sacerdote que presenció el pillaje, los principales
blancos fueron las propiedades de europeos: “todas las casas de los
europeos fueron saqueadas, aprovechando los indios solo los caldos
y algunos retazos de las tiendas, y los huanuqueños de todo lo del
valor”.37 Prominentes residentes criollos estuvieron dispuestos desde
un inicio a cooperar con los indios y fueron, de hecho, nombrados
líderes por éstos. El más prominente colaborador fue el regidor
Juan José Crespo y Castillo, quien había adoptado de mottu propio
el título de subdelegado para cuando el intendente de Tarma ingresó
a Huánuco el 20 de marzo, luego de inflingir una fuerte derrota a
un contingente de 1,500 hombres tres días antes.38 Crespo y otros
insurgentes, criollos e indios, fueron apresuradamente juzgados
y sentenciados en Lima. Tres de ellos —Crespo, Norberto Haro y
José Rodríguez, un alcalde indio— fueron ejecutados con el garrote,
y a fines de año sus cabezas eran lucidas en Huánuco.
Si bien no hay ninguna evidencia sólida que respalde la idea
de que la rebelión fue provocada por los criollos, con la esperanza
de utilizar el descontento indio para aprovechar el vacío político
creado por los acontecimientos sucedidos en España, no cabe duda
de cuál fue su significado a lo largo y ancho del virreinato: sirvió,
36. Hünefeldt, “Etapa final del monopolio”, pp. 407-408, analiza la conexión entre la
rebelión y la recepción de las órdenes de Lima, unos cuantos días antes del arresto
de los “traidores contrabandistas”.
37. Colección documental, Tomo III, Vol. 4: p. 199.
38. Informe de González de Prada, 30 de mayo de 1814, AGI, Lima, Leg. 1120.