COMUNICACIÓN | Page 99

194 JOHN FISHER La propaganda realizada por Castelli también ha sido presentada como una causa del descontento que se manifestara en las provincias de Huamanga y Tarma en 1812, no obstante haber sido éste expulsado del Alto Perú algunos meses antes de que la distribución de volantes en estas zonas diera paso a la insurrección armada.32 Al igual que la conspiración de Lima, la de Huamanga, descubierta por el intendente en mayo de 1812, no pasó de la colocación de pasquines contra los europeos, pero la rebelión de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes que la precediera unos tres meses antes fue mucho más seria pues, al igual que el movimiento de Tacna, ella vio un estallido de violencia antipeninsular que unió a los disidentes criollos e indios.33 La rebelión comenzó como una protesta en contra del corrupto gobierno local de los subdelegados, quienes seguían operando el ilegal sistema del reparto en la zona, una política que ofendía tanto a los indios que se veían obligados a comprar bienes, como a los comerciantes mestizos que resentían esta competencia desleal.34 El momento de la protesta probablemente estuvo influido por la frustración indígena ante el hecho de que estos mismos funcionarios siguieron cobrando el tributo, no obstante haber sido éste abolido por la regencia en marzo de 1811, y debido a la circulación de rumores propagados por Castelli, según los cuales un descendiente de los incas estaba por llegar para liberar a su pueblo de la opresión.35 32. Colección documental, Tomo III, 1: pp. XXIV-XXV. 33. Para Huamanga véase Vergara Arias, El prócer Juan de Alarcón. Hay una exhaustiva cobertura documenta l del levantamiento de Huánuco en Colección documental, Tomo III, Vols. 1-5, y en el informe del intendente interino (Francisco Paula Pruna), 25 de agosto de 1812, AGI, Lima, Leg. 649. 34. Tras la supresión del levantamiento, el intendente de Tarma hizo una relación detallada de los abusos perpetrados por los subdelegados: José González de Prada a Ignacio de la Pezuela, 24 de setiembre de 1812, AGI, Lima, Leg. 649. 35. Vargas Ugarte, Historia del Perú: emancipación, pp. 32-33. Aunque el virrey inicialmente ordenó el 2 de setiembre de 1811 que se acatara la decisión de las Cortes del 13 de marzo de dicho año, que abolía el tributo, esta decisión fue revocada el 14 de noviembre de 1812: Colección documental, Tomo III, Vol. 7: pp. 5-6. FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA 195 Tras la publicación de los pasquines —provocada al parecer por el temor criollo de que se estaba intentando restringir el cultivo del tabaco—, los indios de las aldeas vecinas marcharon sobre Huánuco, símbolo de la autoridad española, el 22 de febrero de 1812.36 Una defensa improvisada a cargo de un puñado de tropas permitió a los residentes europeos huir en la noche hacia Cerro de Pasco, pero la mayoría de los pobladores criollos permaneció en sus hogares y no fue lastimada al día siguiente, cuando se permitió que una masa indígena entrara a la ciudad sin mayor resistencia. Algunos hogares criollos fueron saqueados por los invasores, pero según Pedro Ángel Jadó, un sacerdote que presenció el pillaje, los principales blancos fueron las propiedades de europeos: “todas las casas de los europeos fueron saqueadas, aprovechando los indios solo los caldos y algunos retazos de las tiendas, y los huanuqueños de todo lo del valor”.37 Prominentes residentes criollos estuvieron dispuestos desde un inicio a cooperar con los indios y fueron, de hecho, nombrados líderes por éstos. El más prominente colaborador fue el regidor Juan José Crespo y Castillo, quien había adoptado de mottu propio el título de subdelegado para cuando el intendente de Tarma ingresó a Huánuco el 20 de marzo, luego de inflingir una fuerte derrota a un contingente de 1,500 hombres tres días antes.38 Crespo y otros insurgentes, criollos e indios, fueron apresuradamente juzgados y sentenciados en Lima. Tres de ellos —Crespo, Norberto Haro y José Rodríguez, un alcalde indio— fueron ejecutados con el garrote, y a fines de año sus cabezas eran lucidas en Huánuco. Si bien no hay ninguna evidencia sólida que respalde la idea de que la rebelión fue provocada por los criollos, con la esperanza de utilizar el descontento indio para aprovechar el vacío político creado por los acontecimientos sucedidos en España, no cabe duda de cuál fue su significado a lo largo y ancho del virreinato: sirvió, 36. Hünefeldt, “Etapa final del monopolio”, pp. 407-408, analiza la conexión entre la rebelión y la recepción de las órdenes de Lima, unos cuantos días antes del arresto de los “traidores contrabandistas”. 37. Colección documental, Tomo III, Vol. 4: p. 199. 38. Informe de González de Prada, 30 de mayo de 1814, AGI, Lima, Leg. 1120.