COMUNICACIÓN | Page 98

192 JOHN FISHER éxito duró poco pues el respaldo se fue extinguiendo a medida que llegaban las noticias de la derrota de Castelli, y a fin de mes Antonio Rivero, el subdelegado de Arica, había arrestado a los líderes. A pesar de su fracaso, el movimiento de Zela fue importante porque demostró claramente el deseo que había en esta región de reunificar el sur peruano y el Alto Perú. Asimismo mostró que los rebeldes criollos de las provincias, que en general se encontraban bastante más cerca de los indios que sus refinados congéneres blancos de Lima, tanto física como socialmente, sí estaban dispuestos a aliarse con los jefes indígenas en su intento por derribar al gobierno español. Uno de los aliados más cercanos de Zela fue el cacique indio Toribio Ara, cuyo hijo, José Rosa Ara, dirigió el ataque a las barracas de la caballería de Tacna el 20 de junio; los seguidores indios de este último se codearon luego con blancos y mestizos en el desfile triunfal realizado en la ciudad el 23 de junio. Lejos de persuadir a los regionalistas sureños de que su causa estaba perdida, los esfuerzos de Zela sentaron un ejemplo que otros pobladores de la intendencia de Arequipa intentarían seguir mientras él languidecía en prisión. Dos años más tarde, en circunstancias casi idénticas, el francés Enrique Paillardele y Manuel Calderón de la Barca, alcalde de Tacna, quienes habían estado en estrecho contacto con Manuel Belgrano, comandante del segundo ejército porteño que había capturado Potosí en mayo de 1813, tomaron Tacna de nuevo con el objetivo de difundir la revolución al Bajo Perú. Al igual que la vez anterior, la estrategia era correcta pero el momento resultó desastroso pues, sin que los conspiradores lo supieran, Belgrano había sido aplastado por Pezuela en Vilcapuquio dos días antes de que arrestaran al subdelegado y persuadieran a la guarnición de Tacna de que respaldara su insurrección. Paillardele logró reunir una fuerza de 400 hombres en el pueblo, pero como Belgrano no pudo enviarle ayuda, a finales de mes fue derrotado por una fuerza más pequeña pero disciplinada, enviada por el intendente de Arequipa. Igual destino le cupo al cuzqueño Julián Peñaranda, quien simultáneamente había tomado el control de Tarapacá, en lo que fue evidentemente un movimiento concertado. Aunque la capital de la intendencia permaneció abiertamente leal durante estos disturbios, hay indicios de que algunos ciudadanos FIDELISMO, PATRIOTISMO E INDEPENDENCIA 193 influyentes de Arequipa les respaldaron tácitamente. Manuel Rivero, padre de Mariano Rivero, quien había viajado a Cádiz con el fin de representar a la ciudad antes las Cortes, fue arrestado por órdenes de Abascal en noviembre de 1813, acusado de planear una rebelión, y Antonio Rivero, otro de sus hijos, perdió su puesto de subdelegado acusado de haberse comunicado con los rebeldes del Alto Perú y permitir que su propaganda circulase.28 Ya antes en dicho año el intendente de Arequipa, al informar sobre los disturbios en Caravelí, se había quejado en general de “los movimientos de insubordinacion que se van excitando en algunos Pueblos, funestas resultas del escándalo y mal egemplo que han recibido de esta capital”.29 Entretanto, en Cádiz, Mariano Rivero argumentaba insistentemente que toda la provincia de Arequipa debía ser retirada de la jurisdicción de la Audiencia de Lima —él deseaba que sus habitantes pudieran “verse libres” de la sofocante burocracia de orientación peninsular de la capital del virreinato— y colocada bajo la del Cuzco, la “antigua capital del vastísimo Peru”.30 Aunque otros arequipeños respaldaban el objetivo alternativo de reemplazar al Cuzco como el principal centro administrativo del sur peruano —postura, ésta, que también fue formulada por los ministros de la Audiencia de Cuzco, quienes argumentaron en 1815, luego de la rebelión de Pumacahua, que el tribunal debía ser transferido a Arequipa—, hay ciertos indicios de que la larga tradición opositora del Cuzco a Lima hizo que en este periodo, ciertos idealistas como Mariano Melgar lo vieran como el foco natural de expresión de la identidad regional.31 28. Abascal a las Cortes, 30 de noviembre de 1813, AGI, Lima, Leg. 745. 29. Josef Gabriel Moscoso a Abascal, 11 de abril de 1813, AGN, Superior Gobierno, Leg. 35, Cuaderno 35. 30. Representación de Mariano Rivero, 10 de octubre de 1812, AGI, Lima, Leg. 802. Véase también la “Intervención de Ribero”, 10 de diciembre de 1812, Colección documental, Tomo IV, Vol. 1: pp. 570-72. 31. “Expediente sobre traslación de la Audiencia del Cuzco a Arequipa”, AGI, Cuzco, Leg. 10; Zegarrra Meneses, Arequipa, pp. 148-58.